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Segundo semestre 2017
A lo largo de los últimos años el negocio de servicio de mante-
nimiento e instalación postventa en áreas de energía y teleco-
municaciones ha ido ganando terreno como una de las activida-
des económicas de mayor crecimiento en Latinoamérica. Este
tipo de servicios están sujetos a constantes cambios marcados
por la introducción de nuevas tecnologías y reemplazos de tec-
nologías obsoletas.
En un escenario como este, con una constante dinámica de
cambio donde se persigue la adjudicación de lucrativos contra-
tos, se ha vuelto una tendencia felizmente positiva que las em-
presas contratantes exijan a los participantes demostrar que su
representada posee algún tipo de modelo para gestionar los
riesgos laborales asociados a sus operaciones y, en algunos ca-
sos, el requisito se eleva hasta el punto de solicitar que el mo-
delo utilizado sea apoyado con una certificación local o inter-
nacional.
Ante este tipo de requisitos planteados por la parte contra-
tante, las empresas oferentes han apostado por adaptarse y re-
estructurar sus procesos de gestión preventiva a las necesida-
des planteadas por sus potenciales clientes.
Pero, ¿cómo lidiar con una condición de riesgo en donde en
un solo día se pueden cubrir varios frentes de trabajo, cada uno
de ellos con sus propias particularidades? El sector de servicios
de instalación y mantenimiento en campo no posee control di-
recto sobre las condiciones de riesgo asociadas a su ambien-
te de trabajo y se encuentra en la desventaja de “jugar siem-
pre como visitante” bajo las reglas del dueño de las instalacio-
nes donde se ubican los equipos.
Es debido a esta condición de constante cambio de escena-
rios de riesgo que la gestión preventiva del sector de servicios
en campo debe de considerar una serie de variables para garan-
tizar la realización segura de la instalación o mantenimiento del
equipo, sin exponer la integridad de los colaboradores, evitan-
do potenciales daños a la propiedad y garantizando la continui-
dad del negocio del cliente.
Estas variables contemplan: 1) la capacidad del personal técni-
co de servicios en campo de identificar los riesgos del entorno
donde se realizará el trabajo; 2) el acompañamiento por parte
del prevencionista a lo largo de la implementación de los meca-
nismos de control de riesgo; y 3) el establecimiento y revisión
de métricas que permitan tomar el pulso de la puesta en prácti-
ca de todos los componentes de la gestión de riesgos laborales.
A su vez, estas variables pueden subdivirse en actividades es-
pecíficas que permitan cubrir un ciclo de trabajo seguro desde
el inicio de las actividades, hasta la entrega de reportes al clien-
te una vez finalizado el servicio, ya sea rutinario o por atención
de una emergencia. Estas actividades deben considerar-
se como de cumplimiento mínimo; sin embargo, pueden
verse ampliadas por influencia de las políticas internas de
salud y seguridad de los clientes.
Entrenamiento técnico y en el área de prevención de
riesgos laborales a nuevos empleados y empleados con
cierta antigüedad.
Disponibilidad de recursos (procedimientos escritos,
herramientas, EPP entre otros).
Evaluación y análisis de riesgos en las instalaciones del
cliente.
Paralización de trabajos.
Involucramiento de contratistas.
Indicadores clave de desempeño.
Entrenamiento técnico y en el área de prevención de
riesgos laborales.
El personal de servicios en campo debe estar familia-
rizado con los detalles técnicos de los equipos con los
cuales se estará involucrando, ya sea para fines de ins-
Prevención de riesgos en actividades de
servicio en campo
Fernando Villalobos González.
Gerente de Salud y Seguridad para Latinoamérica-Vertiv