Tanto en Argentina como en muchos lugares del mundo, se identifica a la gestión integral de riesgos de desastres como una función puramente estatal, considerándose al sector privado como un simple actor secundario, como damnificado o víctima potencial frente a los riesgos a los que se encuentra expuesto. Otro error que se comete es pensar que las únicas estrategias o actividades a aplicar frente a la ocurrencia de eventos adversos, son las relacionadas únicamente con la respuesta, en lugar de establecer un auténtico proceso de gestión.
El aumento de desastres en el mundo
Si tomamos solamente a los eventos adversos de origen natural, según el Centro de Investigación sobre la Epidemiología de los Desastres (CRED), la frecuencia en la ocurrencia de los desastres está en franco aumento. Por ejemplo, como muestra de esta afirmación, se ha comprobado que en los últimos veinte años se ha producido un promedio anual de 30.000 muertes y más de 4.000 millones de heridos o damnificados.
Si consideramos solamente los desastres atribuidos cada año a fenómenos climáticos, han sido 335 en promedio, lo que representa un 14 % más que en el decenio anterior y el doble que en el periodo 1985-1995.
Según informes de la ONU asegura que las pérdidas económicas causadas por los desastres relacionados con el clima superan los 1,8 billones de dólares en los últimos veinte años, debiéndose considerar que sólo el 35 % de informes sobre desastres poseen información los costos económicos que ha producido.
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