Las circunstancias actuales han reflejado la vulnerabilidad, no solo del sistema económico y sus actores, sino también de la vida humana. Nadie pudo prever lo que ocurriría y los sistemas de riesgos se quedaron cortos para medir el suceso sorpresivo que caería sobre el mundo.
La habilidad de evaluar los riesgos en nuestro entorno nos demuestra que somos propensos a ellos. En los últimos meses hemos entendido y aceptado que, como seres humanos, estamos también indefensos ante lo desconocido. Hoy más que nunca, se hace necesario ponernos en los zapatos del otro: hoy, que nuestra salud y la de nuestra familia dependen exponencialmente de nuestras acciones y de las acciones de los demás.
Y es que el término vulnerabilidad, tan escuchado en estos días, nos lleva a hablar de la pandemia, pero también nos invita a pensar en aquellos complementos de seguridad que nos acompañaban en nuestro trabajo cotidiano, nos identificaban en nuestra labor y que, en los últimos meses, han sido el escudo protector de los héroes que, en esta coyuntura, arriesgan sus vidas para que tengamos alimento en nuestra mesa, para que las calles estén desinfectadas y para que nuestros enfermos sean atendidos dignamente.
Héroes
A esos héroes -que mientras lees estas líneas siguen de pie salvando vidas, exponiéndose y tratando de seguir un ritmo de producción- les debemos proveer la mayor seguridad, la mejor calidad y el más alto confort. Todo esto no porque lo indique una normatividad, sino porque es una cuestión de ética y de dignidad humana preservar la vida y la salud.
El calzado como elemento de protección personal se convierte en medicina preventiva, por su protección en sentido estricto y por la comodidad y alivio que representa.
Un producto no debería hacer daño a un ser humano ni permitir que un ser humano sufra daño. La fabricación de calzados de seguridad de forma artesanal, sin certificación alguna que rija su puesta a prueba, es un peligro que no aporta certeza de seguridad y mucho menos certeza de preservar la salud física-ergonómica.
El Estado -siguiendo algunos alineamientos- ha dictaminado leyes de dotación que exigen al empleador suministrar calzado varias veces al año, lo que ha convertido a este rubro en un “descartable”, impidiendo que las empresas puedan invertir en un elemento de protección personal de calidad, con certificación y confort frente a las largas jornadas de trabajo. La regulación ha pecado por omisión.
Y es que la calidad juega un papel muy importante cuando estamos en situaciones extremas y el confort nos permite reaccionar de manera eficiente ante la adversidad. La única manera de asegurar el confort es diseñar bajo estándares ergonómicos. El confort está dado por la ergonomía y la ergonomía es salud.
Salud física del trabajador
Marluvas, en sus más de 40 años en el sector, se define como un fabricante de calzado de seguridad y calzado ocupacional, interesado en la preservación de la salud física del trabajador, mediante la selección de materia prima de alta calidad, la confección y la puesta a prueba de calzados certificados por la norma ISO 9001, así como con la aplicación de nuevas tecnologías en el calzado que permiten elaborar un diseño bajo parámetros ergonómicos.
Frente a esta nueva realidad que vivimos, Marluvas ofrece protección ante el COVID-19 en toda su gama de calzado. La certeza de ello radica en la calidad de los materiales que constituyen las capelladas del calzado, en el diseño de los mismos y en la resistencia a la abrasión de productos químicos para su desinfección pero, sobre todo, en la capacidad que tiene la compañía para producir pensando en protección, comodidad y calidad y no solo en cumplir los bajos estándares de muchos países latinoamericanos.
La fabricación de calzados de seguridad de forma artesanal, sin certificación alguna que rija su puesta a prueba, es un peligro que no aporta certeza de seguridad y mucho menos certeza de preservar la salud física-ergonómica
En el segmento de calzados higienizantes, contamos con las líneas Flex Clean y All work (PVC) donde la capellada impermeable de estos modelos impide la penetración de las partículas del virus. Por otra parte, su diseño liso, sin ranuras u orificios, permite la fácil limpieza y una menor oportunidad en la acumulación de bacterias.
De igual forma, el calzado fabricado en microfibra posee una capa de acabado en poliuretano que sella la porosidad mínima de la materia prima, reduciendo altamente la permeabilidad y cumpliendo como una barrera ante el COVID-19.
No obstante, todo el calzado confeccionado por Marluvas en los diferentes tipos de cueros, reciben en su acabado una película grasa de elementos químicos garantizando mayor protección.
El riesgo de contaminación se hace presente en la manipulación del calzado, al colocarlo y retirarlo de nuestros pies. Marluvas expone una solución a este inconveniente, en la línea ‘All work’, donde su diseño, presidido principalmente por estándares ergonómicos -evitando posturas no funcionales-, presenta un descalzador ubicado en la parte posterior del tobillo, que permite al usuario retirar el calzado sin usar sus manos.
Protocolo de limpieza
Como fabricante responsable, Marluvas recomienda el siguiente protocolo de limpieza y desinfección del calzado:
- Paso 1. Después de sacar la plantilla del calzado (en caso que aplique), utilizar agua para iniciar el proceso de limpieza.
- Paso 2. Lavar con agua y jabón con la ayuda de una esponja.
- Paso 3. Para una limpieza más profunda, indicamos utilizar agua sanitaria -hipoclorito de sodio- (conforme recomendaciones de dilución del producto).
- Paso 4. Seque a la sombra o use papel para secar más rápido.
Observaciones:
- No utilizar productos derivados de petróleo.
- No utilizar productos alcalinos.
- En el caso de calzado blanco, indicamos utilizar jabón de color más claro.
- No utilizar calor para el secado.
- El proceso de limpieza de la plantilla obedece a los mismos pasos.
El nuevo mundo trazado por la pandemia del COVID-19 nos obliga a replantear los cuidados que tenemos con nuestros trabajadores, con el personal de las plantas industriales, los supermercados, los hospitales y, en general, con cualquier proceso que involucre seres humanos. La precaución y las medidas de bioseguridad no son ya un rubro electivo sino una obligación moral y ética, que además ha sido delineada por las legislaciones internacionales.
Es hora de ponernos en los zapatos de los demás y de pensar en su protección. Marluvas acompaña al cliente a dar pasos firmes para una recuperación económica.
