México posee leyes que garantizan que los operadores de los centros de trabajo gocen de beneficios y que se salvaguarde su seguridad personal, no solo de ellos: se incluye al medio ambiente, a las instalaciones y a los procesos. Estos dichos están plasmados tanto en nuestra constitución mexicana, como en la Ley Federal del Trabajo y se complementan con las normas oficiales mexicanas. Dispone además de una secretaría de estado denominada Secretaría del Trabajo y Previsión Social, quien se encarga de monitorear que en los centros de trabajo se cumplan las disposiciones en materia de seguridad industrial.
En concreto, si existen tantas leyes, reglamentos, auditorías y demás disposiciones que deben salvaguardar la integridad física de los trabajadores, ¿por qué aún existen accidentes de trabajo y aun el índice de accidentes de trabajo en muy alto?
Voy a hablar desde mi experiencia en la industria azucarera, una de las más antiguas de México: existe desde tiempos de la colonia cuando México aún se llamaba Nueva España. ¿Qué seguimos haciendo mal y qué debemos mejorar para dejar de ser una estadística en cuanto a accidentes en la industria azucarera?
Desde la siembra, cultivo y cosecha de la caña de azúcar, aún seguimos las prácticas ancestrales de hace siglos. Usamos la mano de obra humana, y continuamos los mismos procesos para obtener el jugo de caña de azúcar.
El campesino que siembra y cosecha la caña de azúcar, conoce los riesgos y se le otorgan apoyos para minimizarlos: se le ha dicho que debe usar botas largas y gruesas, pantalones gruesos y largos, camisa gruesa y de manga larga, proteger sus manos con guantes y utilizar otras herramientas para su trabajo. La realidad es que usa vestido de manta, huaraches y su machete como medio de salvaguarda. ¿Por qué? Porque se queja que hace calor y que él desde niño así lo hace, que así le enseño su papá que así lo hacia su abuelo. Eliminar una práctica ancestral y sobre todo luchar con el “así lo hacen” es una labor titánica que solo el liderazgo podrá erradicar. Lo malo que el líder solo existe en el campo para aprovecharse del campesino y no busca mejorar su vida.
México dispone de una Secretaría del Trabajo y Previsión Social, quien se encarga de monitorear que en los centros de trabajo se cumplan las disposiciones en materia de seguridad industrial
Ahora pasemos al ámbito industrial, al ingenio azucarero. Aquí como comenté la STYPS es quien salvaguardará a todo el personal, al medio ambiente y las instalaciones. Desafortunadamente es donde existe el mayor índice de corrupción en toda la industria: miles de trabajadores son solo carne de cañón para sus líderes sindicales y buscan más un beneficio temporal que el bienestar de sus operarios. Ponen en letra programas, cursos y dotación de equipo de protección personal como un ariete contra el patrón y no como lo que es: una herramienta que podría minimizar los riesgos y evitar accidentes.
La capacitación de acuerdo a la Ley Federal del Trabajo debe dársela a los trabajadores por lo menos una vez al año; además, debe garantizarse que se tiene operadores que saben hacer su trabajo. En México ahora entramos a la moda de las competencias y tenemos que la propia STYPS tiene una plataforma que ofrece los cursos y las certificaciones de competencias en estos trabajos. La realidad es que solo acceden quienes tienen ganas y que los puestos se heredan u otorgan por la designación de una persona que no valoró las actitudes y conocimientos del candidato. Por otro lado, la parte monetaria es más buscada y aunque la ley determina que no debe laborarse más de una jornada consecutiva, es práctica común.
En este artículo ofrezco una lista de las normas oficiales mexicanas que deben ser observadas irrestrictamente por toda persona física o moral que labore en México.
Concluyo diciendo que requerimos liderazgo y querer hacer las cosas. Leyes y normas tenemos demasiadas sin contar lo relativo a que algunas quieren certificarse con ISO.
Pueden consultar más normas en este link. http://www.economia-noms.gob.mx/noms
