Formación de Seguridad Laboral 173

108 Septiembre-Octubre 2020 Más información: [email protected] PRL EN EL SECTOR sanitario - Grado de asistencia que necesita. Si el paciente no coopera (anciano encamado, en cuidados de UCI, con alguna lesión medular, que ofrece resistencia a la movilización, etc.) necesi- tamos un medio de elevación mecánica. Cuando el paciente tiene capacidad y voluntad para soportar su propio peso, se le puede trasladar en una silla de ruedas o pedirle su colabo- ración para la deambulación y movilización. - Tamaño y peso del paciente. - Patología o proceso asistencial al que se va a someter o está sometido el paciente. Por ejemplo: heridas abdominales, tracciones por fracturas, presencia de catéteres, movilización postquirúrgica, etc. Desde las unidades de prevención de riesgos labores debe- mos hacer especial hincapié en la formación de los profesionales para que, en la medida de lo posible, minimicen el esfuerzo que tienen que ejercer durante la movilización de pacientes. Esta formación funciona muy bien cuando se imparte en colabora- ción con los servicios de fisioterapia, pues le hacen comprender al trabajador como el impacto del esfuerzo físico que está rea- lizando durante una movilización manual de pacientes varía, de- pendiendo, de la posición adoptada y la técnica empleada. Así mismo, se refuerzan tres pilares relevantes a nivel de pre- vención de la lesión músculo-esquelética, que son: 1. Autocuidado del profesional: - Ejercicio físico regular. El trabajador debe mantenerse acti- vo realizando ejercicio físico de forma regular. Ejercicios que, sobre todo, fortalezcan la musculatura de cuello, espalda y miembros superiores. - Dieta equilibrada. Recordar la importancia de mantener una dieta equilibrada que, además de ayudar a mantener un peso saludable, evita tensión en la espalda derivado del propio peso corporal. - Uso de ortesis (faja de sujeción). Su uso está limitado a la ac- tividad de manipulación manual de cargas. 2. Ayudas técnicas. Es muy importante fomentar el uso de las ayudas técnicas dis- ponibles; tales como: sábana deslizante, tránsfer, grúa, disco gi- ratorio, etc. Para ello, debemos acabar con “la falsa creencia” de que se tarda más tiempo haciendo la tarea con una grúa de movilización de pacientes, por ejemplo, que haciéndola sin grúa. Esto se consigue mostrando al trabajador los beneficios/con- secuencias que suponen para su salud su uso/no uso . 3. Equipos de profesionales. Establecer los equipos de trabajo según el tipo de paciente/mo- vilización a realizar. Aquellos pacientes autónomos/semiautóno- mos pueden ser movilizados por un solo profesional; sin embar- go, las movilizaciones más complejas deben ser realizadas, como mínimo, por dos profesionales. La formación práctica a los trabajadores debe mantenerse de forma continua pues, aunque algunas de las ayudas técnicas es- tán implantadas desde hace años, no se debe dar por supues- to que cualquier trabajador que se incorpora a la plantilla ya co- noce su manejo. El no uso de las ayudas técnicas y/o su uso incorrecto, debido al desconocimiento de su funcionamiento, son dos de las caren- cias que con mayor frecuencia observamos las unidades de pre- vención de riesgos laborales cuando hacemos investigación de accidentes de trabajo de tipo músculo-esquelético. Con la aplicación de estos tres pilares se consigue una mejor prevención de lesiones en el profesional que se ocupa de la mo- vilización manual de pacientes. Se obtiene un mejor rendimien- to de los trabajadores en su puesto de trabajo y, por tanto, una disminución del absentismo laboral. Al mismo tiempo, también supone una mejora en la calidad asistencial que se ofrece al pa- ciente/usuario. Si el profesional está sano, va a desempeñar su tarea de for- ma más satisfactoria. Todo ello se traduce en una disminución del gasto económi- co para el centro sanitario y, por extensión, para la sociedad en general.

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