Formación de Seguridad Laboral 173
PRL EN EL SECTOR sanitario 103 Septiembre-Octubre 2020 Más información:
[email protected] El desabastecimiento de EPI ha provocado que en algunos ca- sos no se hayan utilizado EPI, en otros se hayan utilizado EPI in- apropiados (mascarillas quirúrgicas en lugar de FFP2 o en lu- gar de FFP3) y en otros EPI improvisados artesanalmente (bol- sas de basura y plásticos pegados con cinta adhesiva), carecien- do por tanto de garantías respecto de su adecuación, así como de información sobre los riesgos intrínsecos de los mismos, por ejemplo: deshidratación al cubrirse el cuerpo con bolsas de plástico o con EPI impermeables y poco transpirables. De he- cho, el miedo a infectarse por estas causas ha provocado que al- gunos trabajadores se negasen a beber y rehidratarse, lo que ha provocado casos de colapso y también, aunque menos eviden- tes, errores técnicos o de toma de decisiones, así como un cli- ma laboral más enrarecido por la fatiga física y mental asociadas. Algunos gestores se han escudado diciendo que la compra de EPI estaba centralizada por el Ministerio. Otros gestores se han escudado en el hurto de los EPI para excusar su carencia. Y otros gestores argumentan, apoyándose en datos del stock , que los EPI estuvieron disponibles, aunque muy pocos son capa- ces de aportar evidencias de su entrega a los trabajadores. Y es que el mero hecho de que los tengamos almacenados no impli- ca que los trabajadores dispongan de ellos en el momento y en el lugar precisos cuando surge la necesidad. Por un lado, la ges- tión del stock debería incluir su custodia y la administración de medidas disciplinarias a los responsables de la misma en caso de mermas indebidas; y por otro lado, es también esencial la ges- tión del proceso de puesta a disposición, que incluye la detec- ción de necesidades, la comunicación de las mismas y la distri- bución de los EPI. Y común a ambos procesos (gestión del stock y gestión de la puesta a disposición) es la trazabilidad de ellos, que permitirá detectar los aspectos de mejora, además de pro- porcionar evidencias de la entrega de los EPI. Uso correcto de los equipos Un aspecto trascendental para evitar el contagio del trabaja- dor es el uso correcto del EPI, lo que incluye su colocación, uti- lización y retirada. Y para ello es importante primero consul- tar con los trabajadores acerca de su elección (para evitar por ejemplo molestias por el diseño o la talla) y luego, para lograr un uso eficaz, facilitar la toma de consciencia acerca de los riesgos intrínsecos de los propios EPI o debidos un mal uso, así como proporcionar el entrenamiento necesario para su uso correcto (principalmente colocación y retirada). Otro aspecto esencial es vigilar que los EPI se usan correc- tamente y administrar las medidas de mejora apropiadas, que pueden incluir desde la revisión y mejora de los procesos de se- lección, información y formación hasta amonestaciones y san- ciones. Y aquí se alía la difícil gestión de los procedimientos sancionadores a los funcionarios públicos, con la mala imagen sindical de apoyar tales medidas en los casos oportunos. En consecuencia, esta alianza de intereses políticos dificulta enor- memente la mejora de la seguridad y salud de las personas que trabajan en la empresa. Esto es algo que quizás debería tratar- se en los comités de seguridad y salud, como órgano de parti- cipación y colaboración. Pero lamentablemente en la generali- dad de casos los comités de seguridad y salud funcionan defi- cientemente al menos por dos causas: por un lado, operan bajo un clima de confrontación en lugar de cooperación, y por otro, trabajan asuntos menores que deberían resolverse a través de los servicios de prevención y a través de los procesos operati- vos internos de la organización, en lugar de abordar las oportu- nidades de mejora más globales que demuestran esos asuntos menores. Parece como si el árbol no nos dejara ver el bosque. Integración de la prevención Todo lo anterior son, evidencias en relación con la obligación de integrar la prevención en el sistema general de gestión de la em- presa, algo primordial para que funcione la PRL en todas activi- dades, en todos los niveles jerárquicos y en todas las decisiones, y para garantizar la mejora continua de los niveles de seguridad y salud de los trabajadores (Ley 31/95, art 16 y RD 39/97, art 1). La adecuación de la integración de la PRL debería ser compro- bada en la reglamentaria auditoría del sistema de prevención (RD 39/95, cap. V), sus deficiencias identificadas y las medidas correctivas planificadas. Pero estas auditorías en muchos casos no se realizan, y en muchos casos las que se realizan son mera- mente formalistas perdiendo así su valor como herramienta de Sistemas de gestión y aprendizaje.
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