Formación de Seguridad Laboral 165

13 Mayo-Junio 2019 Más información: [email protected] proteccion cabeza ocular auditiva y respiratoria pe cervical que provocó la torsión brusca de la cabeza y caída al suelo. Pocos días después refería acorchamiento de extremida- des superiores y dificultad para caminar. Un año después persis- ten signos residuales de mielopatía cervical postraumática. Caso nº 5 . La paciente, auxiliar de vuelo, sufrió la mordedura de una garrapata al llegar al país de destino; unas semanas des- pués su familia observó afectación progresiva de funciones su- periores hasta culminar en una severa encefalopatía por neu- roborreliosis. El cuadro remitió por completo, bajo tratamien- to con ceftriaxona. Esa repercusión sobre el sistema nervioso, como ya señala- mos en otro momento, puede ser de muy diversas formas, im- plicando al sistema nervioso central, al sistema nervioso perifé- rico e incluso a ambos, en caso de politraumatismos. Por su propia naturaleza y por la severa repercusión individual y sociosanitaria que conllevan, cada uno de estos procesos ge- nera una importante carga asistencial, unida a la dificultad de su recuperación (la neurorehabilitación ) y a su reinserción laboral, sobre todo cuando el AT es de carácter grave. El daño neurológico accidental A pesar del gran esfuerzo preventivo organizado en los últimos años, en torno a la Ley de Prevención de Riesgos Laborales y sus reglamentos de desarrollo para reducir los riesgos laborales, para mejorar las condiciones de trabajo y reducir los AT, las ci- fras oficiales de accidentabilidad no consolidan la tendencia a la baja que, hace 10 ó 15 años, esperábamos que se produjera de forma significativa. Creemos que este es un momento de enor- me interés porque, de forma progresiva, los recursos médicos y asistenciales, neurorehabilitadores y de investigación científica relacionada, han aumentado de forma exponencial y deberían contribuir a mejorar el pronóstico de los AT, prevenir las enfer- medades profesionales, reducir los costes sanitarios, los costes sociales y, sobre todo, disminuir las secuelas. El avance de los datos de siniestralidad que suministran las es- tadísticas oficiales, comparando enero-marzo de 2018 y 2019 tampoco indican que las cifras de AT en jornada, con baja, me- joren ni en la industria manufacturera, ni en la construcción, co- mercio, hostelería ni en agricultura o ganadería. Aunque no es este el lugar para realizar críticas al modelo preventivo-asistencial que nos hemos dotado, sí creemos per- tinente recordar los resultados de la 6ª Encuesta Europea de Condiciones de Trabajo (2015): las respuestas referidas a Espa- ña nos indican que el 37% de los trabajadores encuestados con- sideraban que la influencia del trabajo sobre su salud era negati- va. Y nosotros debemos recordar también que tanto el empleo como las condiciones de trabajo son un determinante social de salud y por eso las autoridades de salud pública deberían inter- venir y ejercer sus competencias en el ámbito laboral para me- jorar la calidad y la productividad en el trabajo, siguiendo la Es- trategia Comunitaria de Salud y Seguridad en el Trabajo (2007- 2012) y los retos que plantea la nueva Estrategia para 2020, es- pecíficamente referido al papel de la salud pública. Tabla 1. Crecimiento de los AT In itínere y en jornada (2015-2018). Las autoridades de salud pública deberían intervenir en el ámbito laboral para mejorar la calidad y la productividad en el trabajo

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