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99 Agosto 2018 Más información: [email protected] mujer y seguridd laboral La Organización Internacional del Trabajo (ILO) define al es- trés como “una respuesta física y emocional a un daño causa- do por un desequilibrio entre las exigencias percibidas, y los re- cursos y capacidades de un individuo para hacer frente a esas exigencias”. En la actualidad el estrés relacionado con el trabajo repre- senta un problema global que afecta, en mayor o menor medi- da, a la salud de todas las profesiones principalmente en los paí- ses desarrollados. El último informe en 2014 de la Agencia Europea para la Se- guridad y la Salud en el Trabajo (EU-OSHA) sobre los Riesgos Psicosociales en Europa, establecía que el 25% de las personas con un trabajo remunerado habían experimentado estrés en el ámbito laboral durante todo o la mayor parte de su tiempo de trabajo. Por otro lado, un porcentaje muy similar informaba de que el trabajo afectaba de forma negativa a su salud. Por otro lado, la VI Encuesta Europea sobre las Condiciones de Trabajo (EWCS, 2015), confirmaba que el trabajo intenso era bastante común en los países europeos puesto que el 36% de las personas trabajadoras de la UE trabajaba “todo el tiem- po” o “casi todo el tiempo” bajo presión teniendo que adaptar- se a plazos cortos. Además, el 33% declaraba trabajar a gran ve- locidad y casi uno de cada seis personas (16%) declaraba estar sujeta a comportamientos sociales adversos. Aunque estos datos nos parezcan alarmantes y constaten que el estrés se posiciona como una de las epidemias que afecta tanto a hombres como a mujeres, en las sociedades “desarrolla- das” de hoy en día, lo cierto es que parece haber diferencias en función del género en cuanto al número de casos reconocidos. Encuesta Encontramos también en la Encuesta Estrés en América (2010) de la Asociación Americana de Psicología, que las mujeres y los hombres muestran reacciones distintas al estrés, tanto físi- ca como mentalmente. Ambos gestionan el estrés y perciben su capacidad para hacerlo correctamente de manera distinta. Además, cuando se comparan las mujeres entre sí, existen tam- bién diferencias en la forma en que viven la experiencia del es- trés en función de su estado civil (casadas, solteras, divorciadas o separadas), según la presencia de hijos y el número de éstos, y los posibles familiares a su cargo. Estas últimas conclusiones apuntan a que existen circunstan- cias ajenas al entorno estrictamente laboral que hacen aumen- tar la prevalencia del estrés entre las mujeres trabajadoras. Por un lado, podemos identificar los factores inherentes al propio entorno laboral. Estos pueden ser: el riesgo de acoso se- xual, las mayores exigencias del trabajo, la brecha salarial entre hombres y mujeres, la influencia en las expectativas sociales y el sentimiento de tener que demostrar más que sus compañeros varones para optar a ascensos y promociones internas o conse- guir ciertos logros profesionales. También juega una importancia considerable el doble papel que tiene la mujer en el hogar y en el trabajo. Esta circunstancia muchas veces genera situaciones de estrés y cansancio que ha- cen que se afronte la jornada laboral en peores condiciones (en ocasiones son jornadas laborales ya de por sí con una carga de estrés considerable). Aunque se ha avanzado mucho en los úl- timos años en materia de conciliación laboral con la vida fami- liar todavía quedan muchos matices para poder decir que a día de hoy la situación de hombres y mujeres en términos genera- les es equiparable. Manifestaciones diversas Las manifestaciones de un estado de estrés en la mujer pue- den ser diversas y cada mujer las exterioriza de manera muy distinta. Pueden aparecer alteraciones del sueño perturban- El “movimiento meditativo” como herramienta para combatir el estrés, en especial en el caso de las mujeres Dra. Sonia García Merino Área de Investigación y Promoción de Estilos de Vida Activos en Equipo21

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