formación seguridad laboral 144

52 Diciembre 2015 FORMACION EN PRL Y COACHING PREVENTIVO Entre las numerosas responsabilidades que tenemos los técni- cos de prevención está la investigación de los accidentes de tra- bajo. Cuando te encuentras delante del lugar del accidente, es- cuchando los nerviosos relatos de los testigos, saltan a la vista cantidad de carencias y errores que hay en materia de preven- ción. Después llega el momento de redactar el informe del ac- cidente, y sin temor a equivocarme, una de las medidas preven- tivas que repito constantemente y a la que doy más importan- cia es la de formar a los trabajadores. En la mayoría de los casos son trabajadores que ya habían sido formados anteriormente, lo que me hace preguntarme por la efi- cacia de la formación en materia preventiva. ¿Cuánto de lo que transmitimos en cada curso es entendido? ¿Y cuánto de lo enten- dido es puesto en práctica para evitar un accidente? No voy a ne- gar, por supuesto, la importancia de la formación en materia de prevención. Sin embargo, son muchas las ocasiones en las que me pregunto si es adecuado el enfoque que le damos los profesiona- les a esta materia. Es por ello que debemos hacer una reflexión y tener en cuenta que cada proceso formativo debe ser evalua- do correctamente o, dicho de otra ma- nera, dar la importancia que se merece a la evaluación del proceso formativo. Cuando hablamos de evaluación nos estamos refiriendo a una parte del pro- ceso que permitirá valorar los resulta- dos de la actividad formativa y cuya par- te más conocida es la que trata de veri- ficar en qué medida se han cumplido los objetivos del aprendizaje. Formalmente podemos dividir está evaluación en tres estadios: inicial, for- mativa y sumativa. Sin embargo, la pe- culiaridad de este tipo de formación va a hacer que no siempre sea fácil ahon- dar en cada uno de ellos. Evaluación inicial Ésta se realiza al principio del proceso y hace referencia a la situación de par- tida. Este es uno de los momentos más importantes del proceso formativo, ya que de él va a depender que podamos o no cumplir los objetivos. Un proceso formativo mal diseñado puede llevarnos al fraca- so de dicha formación. Para un correcto diseño debemos fijar- nos, como en cualquier proceso de comunicación, en el emisor, el receptor, el canal y, por supuesto, el contenido. El profesor debe estar cualificado para la actividad docente. No digo que un técnico superior en prevención de riesgos la- borales no lo esté, de hecho conoce sobradamente los conte- nidos. Sin embargo, el carácter multidisciplinar de la profesión y las diferentes motivaciones de cada uno de los técnicos ha- cen que se dé la paradójica situación de que una persona con pánico a hablar en público o sin habilidades docentes se en- cuentre delante de un auditorio para realizar una formación. En el extremo contrario nos encon- tramos a quien trata al alumno como a un amigo y olvida marcar unas míni- mas normas de educación y decoro. Por tanto, sería importante ahondar en las aptitudes docentes del técnico. Por parte del alumno, debemos te- ner en cuenta su perfil a la hora de diseñar el proceso formativo. Como técnicos nos hemos encontrado con todo tipo de alumnos, los que cuen- tan con un nivel educativo alto, inclu- so con conocimientos técnicos, y los que apenas saben leer y escribir y que hacía mucho tiempo que no se sen- taban en un aula para recibir forma- ción. Estas variables deben condicio- nar tanto el diseño, como la imparti- ción del curso. En cuanto al diseño, el tipo de alum- no debe influir en los contenidos. Por ejemplo, si el curso está diseña- Evaluación de la formación Adolfo Pavón Cabrera Técnico superior en prevención de riesgos laborales y formador Cuando hablamos de evaluación nos estamos refiriendo a una parte del proceso que permitirá valorar los resultados de la actividad formativa

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