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90 Agosto 2015 Articulo Tecnico Si bien el concepto de salud de la Organización Mundial de la Salud, entendido como un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solo la ausencia de enfermedad o dolencia es ampliamente conocido, también es cierto que es menos re- conocido el amplio efecto que ha tenido esta consideración en el tiempo en las estrategias de seguridad y salud a nivel mundial. En efecto, aparte de otras connotaciones importantes, desta- caré de este concepto integrador dos vectores de cambio impor- tantes. El primero, entender la salud como un recurso (individual o colectivo) que nos permite afrontar las exigencias de la vida. Si se me permite utilizar un ejemplo, a partir de esta idea, la salud estaría representada como un punto dentro de un continuo de puntos que forma una línea recta y no simplemente como algo que se sitúa en los extremos de esa recta, como en un sistema “on-off”. Desde este punto de vista ya no existen dos situaciones antagónicas de “tener-no tener” salud, sino que, más bien, siem- pre disponemos de salud pero en un determinado grado. El segundo aspecto a destacar es el aumento cualitativo y cuantitativo de la consideración de “recurso disponible”, yen- do más allá de las aptitudes físicas e incluyéndose factores per- sonales y sociales. Una primera conclusión del efecto inmediato que tiene este nuevo enfoque es que la experiencia de bienestar puede en- tenderse como un grado de adaptación a un entorno comple- jo que depende del número y calidad de recursos disponibles. En definitiva, la salud ha pasado a entenderse como un recur- so para la vida, no como el objetivo en la vida. Evolución Posiblemente estas dos ideas sean las responsables de que en la actualidad hablemos más de bienestar que de salud. Lo que es cierto es que desde su origen (ya casi 70 años), tanto las auto- ridades sanitarias, como gubernamentales, han ido fomentando e invirtiendo más esfuerzos en la dotación de recursos de salud. Quizás el punto cumbre de esta evolución lo supuso la Carta de Ottawa para la Promoción de la Salud de 1986, donde se concibe que esta actividad abarca ya no solamente las acciones dirigidas directamente a fortalecer las habilidades y capacidades de los individuos, sino también las dirigidas a modificar las con- diciones sociales, ambientales y económicas, con el fin de miti- gar su impacto en la salud pública e individual. Igualmente, la declaración de Yakarta de 1997 vino a delimi- tar las prioridades de cara a la Promoción de la Salud en el si- glo XXI, dentro de las cuales un objetivo fundamental era ex- pandir la colaboración para la Promoción de la Salud, donde ya se atisbaba el interés por incluir el ámbito organizacional en esta actividad. En 2007 se configura el Pacto Mundial de las Naciones Uni- das y el Plan de Acción Mundial sobre la salud de los trabaja- dores , que impulsa la intervención de las empresas en este ám- bito, definiéndose cinco ejes básicos de actividad: 1. Elaborar y aplicar instrumentos normativos sobre la salud de los trabajadores. 2. Proteger y promover la salud en el lugar de trabajo. 3. Mejorar el funcionamiento de los servicios de salud ocupa- cional y el acceso a los mismos. 4. Proporcionar datos probatorios para fundamentar las me- didas y las prácticas. 5. Integrar la salud de los trabajadores en otras políticas. Siguiendo esta tendencia, las empresas van a verse involucra- das ya como actores de relevancia a través de la denominada “ Estrategia mundial para la prevención y control de las enfer- medades no transmisibles 2012-2016 ”, centrada fundamental- mente en cinco indicadores: los trastornos cardiovasculares , cáncer , diabetes , enfermedades respiratorias crónicas y las en- fermedades mentales . Concretamente la mejora de estos indicadores se centra en el tratamiento de cuatro elementos clave: el tabaquismo , la ali- Empresa saludable: origen, estrategias y motivos Fernando Toledano Valbuena Director del Departamento de Consultoría y Audit de PSYA Asistencia

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