formación seguridad laboral 139

25 Febrero 2015 Seguridad en catastrofes y emergencias 3º. A la hora de bajar la camilla de la unidad para atender al herido debemos bajar tal y como marcan las pautas facilita- das por la empresa y por el personal de riesgos laborales ya que una mala manipulación de la misma puede conllevar con el tiempo lesiones importantes de espalda. La camilla se sujeta para bajar y se empuja para subirla poniéndonos de lado con la cadera, no con los brazos. Si el resto de los compañeros, ade- más de mirar te ayudan, facilitarán mucho la tarea y harán más llevadero el esfuerzo. En lugares con tráfico, mientras se sube la camilla, un compañero debe quedarse a unos metros de for- ma preventiva indicando al tráfico que se desvíe. 4º. Tengamos también claro que son vehículos muy altos: golpearse las espinillas, o sufrir un esguince, o incluso caerse no es improbable. Riesgos relacionados con el traslado Cuando trasladamos a la persona al hospital, en principio, al menos un técnico debe ir en la cabina asistencial. Si además el conductor autoriza que venga un familiar, éste siempre irá delante, en el lado de la ventanilla y con el cinturón puesto. De ir atrás pueden ponerse nerviosos y complicarnos la in- tervención. Todo lo que hace el conductor delante, repercute mucho atrás: los conductores evitarán giros bruscos, frenazos y acele- rones. Pero lo más importante es que quien va detrás se sien- te correctamente, se ponga el cinturón y que evite moverse por la cabina asistencial, pues una maniobra brusca puede pro- yectarnos contra las paredes. Tranquilicemos al paciente hablándole amablemente: segu- ro que no se ha levantado ese día pensando que iba a acabar siendo trasladado en una ambulancia. Nosotros terminamos por estar muy habituados al vehículo, pero ellos no. En este hacia la derecha todo, incluido nosotros, tenderá a irse hacia su lado, el izquierdo. No dejemos carpetas en el salpicadero, que es donde las deja todo el mundo. Una simple carpeta de informes sanitarios que se ha deja- do en el salpicadero, puede venirse hacia el conductor en un giro, trabarse con el volante y provocar un acci- dente. Esto ya ha sucedido hasta donde yo sé al me- nos en una ocasión. Tampoco debemos dejar en el salpicadero otros ob- jetos, como guías de calles, ropa de abrigo que nos molesta o cualquier otra cosa: el reflejo que producen en el parabrisas resta visibilidad al conductor y esto obviamente no es bueno. 2º. Recordemos que las empresas que convierten los vehículos en ambulancias (“carrozado del vehículo”, en el argot) añaden los rotativos (las luces) y retrovisores que hacen que la altura y anchura real del vehículo sea superior a la que figura en su cartilla técnica. Conduc- tores con poca experiencia pueden pensar que el ve- hículo puede pasar por un túnel o entrar en un parking cuya altura es de, por ejemplo, 2,80 metros, cuando en reali- dad con los rotativos ya supera sobradamente esa altura y ya tenemos el golpe y el susto garantizados. El jefe de servicio debe sentarse en la ventanilla del lado contrario al conductor y tener una actitud activa en el des- plazamiento hacia el lugar de la intervención, ayudándole en la conducción, indicándole si por el lado derecho vienen vehí- culos a gran velocidad o hay algún obstáculo como andamios en calles estrechas que puedan ser golpeados por el retrovi- sor. El conductor tiene muy poca visibilidad por el lado dere- cho y habitualmente es en ese lado donde la ambulancia acu- mula todos los golpes. Hace años, el jefe de servicio tenía claro que, una vez re- cibido el aviso, debía coger el callejero y guiar al conductor: llegar al destino era y en realidad sigue siendo responsabili- dad del jefe de servicio, no del conductor: éste bastante tie- ne con conducir en emergencia zigzagueando y atravesan- do cruces con los semáforos en rojo con la máxima precau- ción posible. Desde que hay navegadores observo que esta costumbre se está perdiendo. Ganaremos mucho en segu- ridad y evitaremos accidentes si seguimos haciéndolo como antes: dos personas perciben mejor las situaciones de ries- go que una. A la hora de bajar la camilla de la unidad para atender al herido debemos hacerlo tal y como marcan las pautas facilitadas por la empresa y por el personal de riesgos laborales

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