La PRL trata fundamentalmente de proteger la seguridad y salud de los trabajadores en el ejercicio de su actividad profesional, evitando los riesgos derivados de las condiciones laborales que puedan implicar accidentes de trabajo o enfermedades profesionales.
En la legislación social, la PRL empieza a estar presente, en una forma rudimentaria y como consecuencia de los efectos de la llamada Revolución Industrial, en los últimos años del siglo XIX y primeros del siglo XX, en lo que podríamos denominar primeras manifestación de intervencionismo estatal en el campo de la prevención y reparación de los riesgos del trabajo, con las lógicas diferencias cronológicas en los distintos países. Esta normativa va evolucionando hasta que, en la actualidad se consolida dentro del ordenamiento doctrinal y legislativo como una disciplina jurídica autónoma. Así, dentro de la naturaleza del contrato de trabajo, y como algo intrínseco al mismo, el empleador tiene la obligación de velar y proveer por la seguridad y la salud laboral del trabajador en la medida que las distintas normas lo van estableciendo.
Con el tiempo, los cuerpos legislativos han dictado disposiciones de mayor y más amplio contenido que velan por el trabajador, responsabilizando cada vez más a los empresarios y que han llevado en el ámbito nacional a la vigente Ley de Prevención de Riesgos Laborales.
Entre las obligaciones que esta ley impone a las empresas destaca principalmente la de llevar a cabo la evaluación inicial y periódica de los riesgos laborales y la planificación de la acción preventiva en función de los resultados obtenidos en dicha evaluación. Cualquiera que sea la dimensión de la empresa, esta está obligada a realizar la prevención de riesgos mediante la adopción de cuantas medidas sean necesarias con el fin de garantizar una protección eficaz de la seguridad y salud de los trabajadores a su servicio en todos los aspectos relacionados con el trabajo.
Es decir, las condiciones de trabajo no deben provocar ni favorecer la aparición de accidentes y enfermedades o patologías. Igualmente, tampoco deben perturbar la buena marcha del sistema productivo ni ser fuente de errores, pérdidas, retrasos, defectos, etc., que correspondan a una mala gestión de la empresa y que, finalmente, lleven a una baja productividad o a una calidad defectuosa del producto.
Al ser el sector gráfico tan marcadamente competitivo, la calidad y la seguridad laboral deben ser imprescindibles para la supervivencia y el desarrollo de las empresas, alcanzándose a través de la coherencia entre todas las funciones que se ejercen en la organización empresarial y en todas las fases del sistema productivo: desde la fase inicial de concepción y diseño, la adquisición de equipos, materiales y materias primas de calidad adecuada, la implantación, mantenimiento y control de instalaciones y equipos, en la gestión de la empresa y en el producto final, incluida su puesta en el mercado.
Además, según la Organización Mundial de la Salud (OMS) se distinguen varios niveles en materia preventiva, siendo la prevención primaria la más eficaz y eficiente y que conlleva acciones de distinto tipo:
- Prevención en el diseño, lo que implica que ya en la concepción y diseño de instalaciones, equipos, herramientas, etc. Hay que tener en cuenta los principios de prevención y, en primer término, tratar de evitar los riesgos.
- Prevención en el origen: en el caso de riesgos inevitables, deben combatirse en el origen del foco, mediante técnicas o medidas adecuadas como, por ejemplo, el aislamiento o la sustitución de lo peligroso por algo que entrañe un menor o ningún riesgo.
- Prevención en el medio de transición, lo que supone evitar la exposición al riesgo interponiendo barreras entre el origen y las personas, tales como respaldos, dispositivos de seguridad e incluso mediante el alejamiento o sistemas de alarma.
- Prevención sobre la propia persona, no solo mediante los equipos de protección individual o EPI, sino también a través de la educación, la información, la formación, la vigilancia de la salud, etc.
Por todo esto, es fundamental partir del convencimiento de que hay que diseñar, mantener y controlar unas buenas condiciones de trabajo en las que la gestión de la prevención de riesgos laborales esté integrada en la gestión global de la empresa gráfica, formando parte de los objetivos de calidad, lo que significa integrar la máxima de que el entorno del lugar de trabajo no tiene por qué ser agresivo ni peligroso.
Proyectos y herramientas
Al objeto de fomentar esta cultura preventiva en nuestro sector, desde la Asociación de Empresarios de Artes Gráficas de Madrid-AGM se han venido realizado diversos proyectos gracias a los cuales se ha dotado a las empresas de distintas herramientas que suponen no solo información conceptual sino también útil para el desarrollo real y para su aplicación en las tareas preventivas.
Así, se han publicado desde guías dirigidas al sector de artes gráficas, en las que se explican los conceptos básicos en prevención y las técnicas y medidas prioritarias a adoptar en la empresa, pasando por un mapa ocupacional con el que los empresarios y los trabajadores pueden comprobar los riesgos a los que se exponen de acuerdo a su puesto y, por tanto, la formación que necesitan y los EPI de los que deben disponer, hasta documentos para la selección más adecuada del servicio de prevención que tenga en cuenta tanto las características específicas de la empresa concreta como las propias del sector.
Con todo ello, la AGM pretende fomentar la cultura preventiva en los recursos humanos del sector, promoviendo por una parte que el empresariado de artes gráficas conozca y cumpla las obligaciones en esta materia y, por otra, que los delegados de prevención y los trabajadores cuenten con instrumentos que les ayuden a reconocer las principales medidas y los riesgos que, en general, se pueden producir en sus puestos de trabajo.