El fuego es un elemento que forma parte de la naturaleza y ayuda al desarrollo de los diferentes ecosistemas. Convive con la naturaleza desde mucho antes que la especie humana, elimina materia muerta, matorrales y árboles viejos o enfermos que impiden la entrada de la luz solar en el suelo para que crezcan individuos jóvenes. No obstante, puede devastar grandes superficies forestales, edificaciones, viviendas e incluso vidas humanas. Por ello, todos los veranos hombres y mujeres arriesgan sus vidas para combatirlo.
OCELA
En un incendio forestal se pueden alcanzar los 700 ºC de temperatura en superficie. No hay EPIs adaptados al sector forestal capaces de asegurar la supervivencia en esas temperaturas, por lo que la medida más eficaz es evitar los “atrapamientos”, es decir, quedar atrapado por las llamas. Para ello se siguen varios protocolos que minimizan este riesgo, el más generalizado es el protocolo OCELA, originario del modelo americano (“Forest service”).
OCELA son las iniciales de observación, comunicación, escape, lugar seguro y atención (traducido al español). En todo momento, tendremos al menos un observador vigilando el incendio, con capacidad de ver todo el incendio o al menos la mayor superficie donde estemos trabajando. También deberá ver o conocer la posición del personal que se encuentre trabajando. Todos los bomberos forestales deben estar comunicados entre sí en todo momento y se les deben comunicar todas las novedades que afecten a su área de trabajo.
Ruta de escape
En todo momento trabajaremos con una ruta de escape, que debe ser conocida por todos los bomberos forestales y debe ser lo más transitable posible. Esta ruta de escape conducirá a los bomberos forestales a una zona segura que también debe ser conocida por todos; esta zona segura ha de ser segura, es decir, estar limpia de combustible y asegurar la supervivencia de los combatientes. En caso de que a medida que progresamos en nuestro trabajo nos alejemos demasiado de la zona segura, se establecerá otra zona segura más cercana y se dará a conocer. En todo momento estaremos alerta de los cambios que sufra el incendio y a sus riesgos pero esto no quiere decir que perdamos la calma o trabajemos con prisas.
Es importante tomar la preparación física como una medida de PRL y para soportar la exigencia física que supone un incendio forestal
Aunque el mayor riesgo en un incendio forestal es el propio incendio, y es cierto que los atrapamientos por el fuego son los accidentes más comunes y tienen un alto porcentaje de mortalidad, no es el único riesgo que tenemos que tener en cuenta. Es preciso considerar los transportes al incendio, la maquinaria pesada, los medios aéreos, los sobresfuerzos y la orografía del terreno, agentes muy peligrosos en un incendio forestal. También la deshidratación y la inhalación de humos cancerígenos que conllevan los incendios forestales son causantes a largo plazo de problemas hepáticos, problemas en articulaciones, cánceres de pulmón y diversos trastornos, por lo que se debe evitar en la medida de lo posible la exposición al humo y mantenerse hidratado, así como el uso de EPIs como mascarillas antipartículas que reducen el daño.
Elementos ajenos
Entre los elementos ajenos al incendio, es decir, que no son el propio fuego, los de mayor riesgo por su frecuencia de accidentes y por su gravedad son los medios aéreos. Un Canadair CL-415 puede descargar 6.137 kg de agua, según su ficha técnica, a una velocidad de unos 250 km/h. Es frecuente que se rompan las copas de grandes árboles y junto con el agua pueden descargar rocas o ramas, créeme, no quieres estar debajo cuando eso sucede. Se deben comunicar cuándo y dónde son las descargas y evitar que se encuentre personal de tierra en esa zona. En caso de verse sorprendido por la descarga de un medio aéreo, rápidamente se colocara en la posición de seguridad. Nos tumbaremos boca abajo con la cabeza en dirección al medio aéreo, sujetaremos fuertemente la herramienta con el brazo extendido, con la otra mano nos protegeremos la nuca y abriremos las piernas para evitar que el agua nos voltee.
Los pilotos de estos aparatos deberán extremar las precauciones debido a la complejidad de las operaciones que realizan en incendios forestales. Carga y descarga de agua son las actuaciones más peligrosas y donde se concentran los accidentes.
Según los datos del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, 189 personas han muerto en incendios forestales en el periodo entre 1991 y 2013 en España, mayoritariamente por atrapamientos por el fuego (84) y a causa de los medios aéreos (51). Dentro del resto de los accidentes, el traslado en vehículo al propio incendio es el más frecuente junto con los accidentes con maquinaria pesada. Hay que mentalizarse de que a pesar de desplazarnos a una emergencia deberemos siempre respetar las normas de circulación y evitar las prisas.
189 personas han muerto en incendios forestales en el periodo entre 1991 y 2013 en España
Maquinaria pesada
La maquinaria pesada también es peligrosa para el personal de tierra. Pueden ser atropellados o aplastados por ella, por lo que hay que mantener una distancia de seguridad con ellas y nunca colocarse por debajo ya que pueden volcar o descalzar piedras grandes que pueden rodar ladera abajo y que pueden arrollar o atrapar al personal de tierra. Extremaremos las precauciones en terreno pedregoso y con gran pendiente, ya que la maquinaria, especialmente la propulsada por cadenas, puede perder adherencia.
Los bomberos forestales soportan temperaturas de hasta 65 ºC en el exterior de su EPI, alcanzando temperaturas corporales de casi 40 ºC y pueden perder hasta 5 litros de agua por sudoración. Cuando la duración del incendio excede de las 5 horas, la dureza de la extinción es comparable al de una etapa de la vuelta ciclista de 4 horas (proyecto CREIF). Por eso es importante tomar la preparación física como una medida de prevención de riesgos laborales y para soportar la exigencia física que supone un incendio forestal.
Es indiscutible que ser bombero forestal entraña grandes riesgos. Por ello, a pesar de que el propio incendio genera ansiedad, no hay que olvidar que debe primar la seguridad en todo momento, se deben evitar las prisas e intentar abordar frentes de llama que escapen a nuestra capacidad de control. El objetivo principal en un incendio no es apagar el fuego, es volver a casa.