Tenzing Norgay fue un guía sherpa nepalí, que junto a Sir Edmund Hillary, consiguió por primera vez alcanzar la cima del Everest el 29 de mayo de 1953 y regresar vivo de ella.
Los sherpas son guías que enseñan el camino y que entablan una relación estrecha y de empatía con su cliente. Defienden su identidad y valoran el trabajo en equipo.
En un año 2020, en el que cada día de cada mes podría compararse con la necesidad de escalar la montaña de la incertidumbre y llegar a la cima acompañados de condiciones adversas, el sector de la alimentación como sector esencial de la economía, ha tenido la responsabilidad de que las estanterías estén llenas y mantener el abastecimiento, por lo que la protección de los trabajadores y el liderazgo adecuado se convierten en absolutamente esenciales.
En Cerealto Siro Foods, empresa global del sector agroalimentario que se dedica al desarrollo y fabricación de productos derivados del cereal, para “retailers” y compañías marquistas de alimentación, no ha sido diferente.
Para lograr ese objetivo de cuidado y liderazgo debemos utilizar todas las herramientas a nuestro alcance, por lo que la comunicación en seguridad cobra más importancia aun si cabe.
Y esta premisa, debe mantenerse en este entorno de incertidumbre y difícil planificación. Por ello debimos trabajar en el corto plazo y debimos aprender (y desaprender) cómo adaptarnos a una realidad desconocida.
Con todas las limitaciones pasadas y presentes, hemos conseguido hacer mucho. Echo la vista atrás y me sorprendo de lo conseguido en un entorno de absoluta y permanente interrogación.
Involucración con la seguridad y la salud
Cuando los datos y las noticias hacen pensar que lo que prima es la supervivencia y la producción, 2020 ha sido el año en el que el Comité de Dirección de Cerealto Siro Foods ratificó públicamente su involucración con la seguridad y la salud de todos. Será el año que ningún profesional de la seguridad podremos olvidar, pero en esta organización será el año en el que la seguridad se convirtió en un valor de compañía, conversión liderada por el CEO y corroborada por todo el Comité de Dirección, sin fisuras.
La parte tangible de este compromiso es el proyecto ¡Apadrina una planta! (#A1P), proyecto en el que cada miembro del Comité de Dirección se convierte en padrino y madrina de uno de nuestros centros productivos. Y eso implica que sus agendas deben llenarse de tareas que hasta el momento no tenían. La hoja de ruta pasa por visitar periódicamente esas plantas, reunirse con líderes, conversar con nuestros colaboradores en cada línea y participar en el programa de observaciones de seguridad. Las hacen y las registran, y corrigen comportamientos inseguros, y aún más importante, felicitan y reconocen aquellos que son seguros.
Durante 2020, con las limitaciones de movilidad y con el máximo respeto a las medidas de seguridad, Cerealto ha tenido y mantenido a su Comité de Dirección mostrando su compromiso con la seguridad y visibilizándolo, para hacerlo realmente creíble.
Y finalizado el año podemos afirmar que nuestra reducción en los accidentes, nuestra evolución en la madurez del sistema, y el compromiso adquirido por la organización que habla más de la seguridad de las personas, ha sido en un alto tanto por ciento por este programa de liderazgo y comunicación.
Capacitar a los líderes
En la búsqueda de la coherencia y el alineamiento, continuamos el camino de capacitar (y no formar) a nuestros líderes de la organización, poniendo foco en aquellos que están a pie de línea trabajando y supervisando a los colaboradores. Y creamos el programa “Liderando con Seguridad” en el que, en el mismo entorno de incertidumbre, pero con el camino abierto por el Comité de Dirección y siguiendo su ejemplo, capacitamos a nuestros líderes para mantener el valor de la seguridad en las plantas, donde realmente es necesario abanderar ese valor. Y en ese proceso ellos mismos entendieron cómo las creencias sobre la seguridad impactan en el comportamiento humano, y les dotamos de herramientas para gestionar personas desde el punto de vista de la seguridad, siendo conscientes de que el ejemplo y el reconocimiento son dos palancas clave para conseguir entornos seguros y comportamientos alineados con los valores que promulgamos.
Esto es comunicación, liderazgo, compromiso y visibilidad. Sin más. Y sin menos.
Porque lo que no se comunica no existe, no lo olvidemos. Es necesario apoyar desde el inicio todas las transformaciones culturales en la comunicación, siempre transparente y en tiempo y forma, y colateralmente soportada por la capacitación. Esa capacitación que permitirá ejercer el liderazgo y las competencias técnicas con eficacia y confianza en los resultados.
Es obligado trabajar la comunicación como palanca necesaria en el progreso de cualquier sistema de seguridad y salud y entenderla como una de las herramientas básicas, porque trabaja en la gestión de los intangibles: la marca, la cultura de seguridad, el posicionamiento… Y esta adecuada gestión, acarrea beneficios directos como la confianza, al alineamiento, la credibilidad e incluso la motivación.
En definitiva, trabajar la comunicación como cualquier otra herramienta del sistema de gestión de seguridad es garantía de progreso, crecimiento en la madurez del sistema y en la integración de la seguridad en una organización. Todas las herramientas a nuestra disposición para conseguir nuestro objetivo, sea cual sea la cima elegida, debemos usarlas y potenciarlas.
La comunicación es un sherpa en la montaña, es la guía, el soporte y el complemento necesario. Estratégicamente no debemos obviarla pues estaríamos eliminando de la ecuación el factor multiplicador, siendo este un lujo que ninguna área de seguridad y salud debería permitirse.
Cuando en 1953 Hillary y Norgay bajaron de la montaña, un grupo de periodistas insistía en saber quién de los dos alpinistas debía llevarse la gloria de haber sido el primero en hacer cumbre. La respuesta fue clara: “llegaron juntos, como un equipo”.