Cuando un profesional veterinario se enfrentaba a un accidente laboral o a una enfermedad derivada de su actividad expresaba casi siempre un sentimiento de aceptación por el propio quehacer diario y la frase “son gajes del oficio” era sin duda el bálsamo explicativo del padecimiento de estos hechos.
Pero este sentimiento ha de cambiar y para ello debemos conocer los datos más exactos posibles que nos orienten en la dirección de las causas que generan estos accidentes laborales y las pautas que desembocan en el padecimiento de las enfermedades profesionales más frecuentes en la actividad profesional veterinaria dentro del campo específico de la clínica.
La prevención de accidentes y enfermedades debe ser uno de los pilares donde se han de cimentar todas las prácticas y técnicas que un profesional veterinario responsable realiza en el quehacer diario de su profesión. Nuestra responsabilidad como veterinarios es velar por una sanidad animal coherente con la salud pública de la humanidad en la que vivimos y para ello debemos proteger la integridad de nuestro colectivo profesional que es barrera y defensa frente a numerosos peligros que azotan a nuestra sociedad.
Desde la publicación de la Ley 31/1995 de PRL ha crecido en la sociedad de hoy la cultura de la prevención en diversas áreas de actividad laboral y profesional. El ejercicio clínico veterinario no es ajeno a esta necesidad si bien carece de información exacta de la cuantificación y la calificación de esta necesidad.
La brucelosis, la tuberculosis y las dermatofitosis son, por este orden, las patologías más frecuentes en la población profesional veterinaria
La incidencia de determinadas zoonosis, como es el caso de la brucelosis, se ha venido a convertir en un aspecto propio de la actividad clínica en determinadas producciones animales, llevando a nuestro colectivo profesional a asumir como “gajes del oficio” o “ineludible” su padecimiento e, incluso, que sea una de las principales causas de fallecimiento en la profesión veterinaria, dentro de la edad útil laboral y, sin embargo, los datos oficiales no discriminan su incidencia por la actividad ejercida, ni qué profesiones ni qué actividades de ese ejercicio se ven afectadas del riesgo de contagio. De igual manera ocurre con otras zoonosis.
Accidentes laborales
Los accidentes laborales también son objeto de desconocimiento tanto en su número, causa, consecuencias, etc. Se hace necesario estudiar su afección con respecto al profesional veterinario para, de esta manera, poner las bases de los correspondientes programas y manuales de prevención de riesgos laborales, los cuales han de convertirse en documento base del ejercicio profesional desde sus inicios, llegando incluso a las etapas de formación universitaria.
Pero si bien, tanto las enfermedades profesionales como los accidentes laborales, son la consecuencia o la conclusión de la constatación de un riesgo, los agentes causantes de este riesgo son ignorados en la actualidad y, por tanto, se hace necesaria su identificación, su categorización y su análisis independiente para, en base a su estudio, establecer las medidas de protección frente a sus consecuencias. Estos agentes se clasifican de manera genérica en físicos, químicos y biológicos, pero no debemos olvidar otros más propios de la actividad laboral como son el ambiente de trabajo, la ergonomía del puesto y los diferentes factores psicosociales que afectan al propio trabajador en el que se incluye de manera significativa el estrés laboral. En la actualidad no existen datos específicos sobre estos riesgos en la población veterinaria en España.
En innumerables ocasiones sufrimos una serie de accidentes laborales diarios que a menudo evaluamos de manera incorrecta ya que un accidente, en nuestra actividad profesional es, en un alto porcentaje, el resultado de un fracaso en el planteamiento de nuestra labor.
Riesgos
El primer paso para evitarlo es conocer los riesgos a los que nos enfrentamos en nuestro trabajo. A continuación vamos a identificar los más importantes en la actividad laboral que se ejerce en una clínica veterinaria.
- El riesgo por manejo de animales quizás sea el más identificado de la tarea una clínica veterinaria: no solo aparece el traumático por la reacción de un animal (arañazo o mordedura), sino que también existen una serie de riesgos más silenciosos pero que pueden llegar a desencadenar consecuencias más importantes. El manejo de los animales ha de realizarse siguiendo una serie de protocolos claramente definidos por los facultativos veterinarios que están dirigidos a dos premisas claras de seguridad: para el operario y para el propio animal.
- Las sustancias químicas han experimentado un incremento de gama y de número en el ejercicio clínico veterinario. Desde hace ya algunos años se ha asemejado la atención farmacológica en veterinaria a la de la medicina humana; con ello, el catálogo de sustancias supone un importante banco de riesgo en su utilización y, especialmente, en su manejo, incluyendo en ello los residuos generados. La población femenina ha sufrido un espectacular auge en su implicación en la profesión veterinaria; esto unido al frecuente empleo de productos hormonales implica especial atención al empleo de estos fármacos. Una vez más el conocimiento y la orientación en prevención son las mejores arma para evitar riesgos.
- En la actualidad la profesión veterinaria se enfrente a un campo de batalla importantísimo en el humanidad globalizada en la vivimos. Las zoonosis emergentes son en muchas ocasiones causa de patologías en los profesionales clínicos veterinarios. Las especies exóticas están incrementándose en nuestro entorno y los viajes de ocio ya no tienen frontera. Por todo ello la educación, la vigilancia, la formación y la prevención en estas zoonosis emergentes a la población veterinaria es una buena política de protección a la población en general. Pero si esta situación ya es de por sí importante, no lo es menos la permanente vigilancia que nuestra profesión realiza sobre las zoonosis existentes en nuestro territorio. La brucelosis, la tuberculosis y las dermatofitosis son, por este orden, las patologías más frecuentes en la población profesional veterinaria en España. Hasta hace poco tiempo, y aún hoy, son escasos los medios de protección que las propias administraciones públicas ofrecen a los profesionales a la hora de realizar las campañas de lucha frente a estas patologías en la cabaña española. En nuestra experiencia hemos vivido la aportación de máscaras de soldadura como único medio frente a la extracción de sangre en las campañas de saneamiento ganadero. No hay palabras para definirlo.
Pero no todo es negativo. La formación en materia zoonósica es una buena base para el desarrollo de buenas prácticas de actuación, requiriendo para ello la correcta complementación con protocolos proteccionistas en la materia específica de riesgos laborales. Una buena implantación es la formación en la base y esta no es otra que la que se realiza en las universidades, siendo la materia de prevención de riesgos laborales contenido obligado en el currículum de toda correcta formación. Hoy por hoy es escasa y en demasiados casos inexistente.
Vigilancia
El ámbito de vigilancia en la materia de prevención de riesgos laborales creemos que debe ser parte de las funciones de la organización colegial profesional. Nos consta, ya que hemos participado en ellas, la realización de ciertas actividades formativas, pero aun son muy esporádicas y no inciden en la especificidad que nuestra profesión precisa, pero esta es la dirección correcta a seguir.
A la profesión veterinaria aún le queda mucho camino por recorrer en materia de prevención de riesgos laborales. Son muchas las especificidades de nuestra actividad que requieren conocimiento y formación específica para el profesional prevencionista que se acerca a nuestra labor. La atención clínica y la actividad de higiene y seguridad de los alimentos son los pilares de trabajo de un profesional veterinario. Un amplio abanico donde la atención a los perros nada tiene que ver con el trabajo en un matadero, y la atención clínica en una explotación ganadera con la profesión en el mundo equino. Todo esto requiere especificidad en los protocolos en materia de prevención de riesgos laborales, por nuestros clientes, por nuestra sociedad y, especialmente, por nosotros mismos.