Se habla mucho de la importancia de tener buena salud, de cuidarnos, de llevar una vida sana…, pero son muchas las ocasiones en las que no nos damos cuenta de que salud y trabajo van unidos, influyéndose mutuamente. Alimentarse de forma correcta va a afectar a nuestra salud, a nuestra forma de vivir, a nuestra calidad de vida. Por ello, es importante que nos alimentemos acorde a nuestra actividad diaria, a nuestra actividad laboral. Una dieta equilibrada y variada va a contribuir a mantenernos sanos, a tener un adecuado desarrollo físico, pero también a mejorar nuestro rendimiento y productividad laboral.
La práctica sistemática de actividades físicas y de una alimentación adecuada –componentes de un estilo de vida saludable– va a prevenir muchas enfermedades, a la vez que va a condicionar la capacidad funcional y el desarrollo físico e intelectual de la persona. No olvidemos eso que decíamos antes de que trabajo y salud van unidos y se influyen mutuamente.
Todos debemos aprender a controlar el consumo alimentario con respecto a nuestra actividad laboral, ya que la actividad intelectual y física que realicemos va a precisar diferente cantidad de energía y nutrientes, de la misma manera que deberemos tener en cuenta que cada persona, dependiendo de su sexo, edad, condiciones individuales, entorno social (hábitos de vida, ambientales, climáticos…), etc., va a necesitar unos aportes nutricionales diferentes.
Alimentación acorde a nuestro tipo de trabajo
Un porcentaje muy elevado de personas toman al menos una de sus comidas en el trabajo, lo cual hace que sea muy importante el cuidado de la alimentación en la vida laboral: disminuirá los problemas debidos a una mala alimentación, potenciándose la salud y aumentando el rendimiento y la calidad del trabajo. El trabajador deberá aprender a armonizar su consumo alimentario con su vida profesional para que ambas cosas estén en perfecta armonía. Teniendo en cuenta que ciertas funciones corporales (ritmo circadiano) están en relación a las horas de día, es decir, que se ven aumentadas durante el día y disminuidas por la noche (la temperatura corporal, la presión arterial, la capacidad respiratoria, las secreciones hormonales, la secreción de neurotransmisores, la capacidad física y mental, etc.), hay que considerarlo en los horarios rotatorios, cuando el trabajador no tiene el tiempo necesario para poder adaptarse a ese cambio de turnos laborales, pudiendo en ese momento comenzar a manifestarse los distintos trastornos psíquicos y corporales que conlleva ese tipo de jornada laboral. Los principales síntomas que se perciben cuando se altera el ritmo circadiano, el ritmo del cuerpo, son: estrés, insomnio, irritabilidad, cambios de humor, estreñimiento, alteraciones del apetito y fatiga.
La Ergonomía es la parte de estudio del trabajo que, con la utilización de conocimientos anatómicos, fisiológicos, sociológicos y técnicos, desarrolla métodos para la determinación de los límites que no deben ser superados por el hombre en las distintas actividades laborales (metodología REFA). Por ello, a lo largo de este artículo veremos cómo la alimentación forma parte importante en el rendimiento de nuestra vida laboral y qué debemos hacer para llevar una dieta más correcta.
Son muchos los estudios realizados, y todos demuestran que una alimentación adecuada mejora el rendimiento y el bienestar de los trabajadores; será necesario un mayor aporte calórico en aquellos trabajos que suponen un alto requerimiento de fuerza y un moderado calórico en los trabajos intelectuales, que necesitan otro tipo de nutrientes.
Podemos hacer la siguiente clasificación:
- Trabajos sedentarios. Englobarían todas aquellas actividades profesionales que condicionan la realización de dietas adaptadas a las condiciones de la persona y de su entorno pero no un incremento extra de calorías debido al bajo gasto calórico que conlleva este tipo de trabajo. Entre ellos, podemos mencionar a las personas que permanecen sentadas prácticamente toda la jornada laboral, las que llevan a cabo su actividad profesional como relaciones públicas o aquéllas cuyo trabajo se realiza siempre en coche: personal de oficina, comerciales, taxistas, conductores de medios de transporte (ambulancias, autobuses…), etc.
- Trabajos de gran estrés físico o psíquico. En el caso de que el desgaste sea principalmente físico, la dieta deberá contener una cantidad suficiente de calorías para compensar el gasto de energía que conlleva la actividad. Entre ellos, podemos mencionar a los trabajadores de la construcción, el campo o la industria metalúrgica, así como repartidores, deportistas profesionales, etc. En cambio, si el estrés es de origen psíquico, las necesidades calóricas no serán tan elevadas como en el caso del desgaste físico, pero la dieta deberá contener suficiente cantidad de nutrientes que se relacionan con el buen funcionamiento del sistema nervioso. En este grupo se puede englobar el personal que trabaja en cadena, ya que se encuentra sometido a estrés por su trabajo monótono y repetitivo; también personas con puestos de responsabilidad, como empresarios, directivos de empresa, jefes de grupo o de sección o gerentes.
- Trabajos con horarios especiales. En este grupo se encuentran las personas que trabajan en un ritmo de turnos o en franjas horarias especiales, las cuales tienen que adaptar su alimentación en función del horario laboral para poder llevar a cabo una dieta adecuada. Dentro de este grupo se encuentran los trabajadores de la salud (médicos, personal de enfermería, celadores, etc.), personal de la industria química, siderúrgica, sector de la alimentación con horarios continuos en la empresa, trabajadores en turnos rotativos o nocturnos, camareros de bares nocturnos, entre otros.
- Trabajos que exigen comer fuera de casa: En muchas compañías el personal no puede comer en casa y debe hacerlo en los comedores de empresa o en sus servicios de restauración colectiva (bares, restaurantes, self service…). En este caso, se aconseja que estos trabajadores tengan unos conocimientos básicos de alimentación y nutrición para que escojan el menú más apropiado y saludable en cada ocasión, dependiendo de su función laboral y de su situación física y psíquica.
Factores que influyen en el rendimiento en el trabajo
Hay una serie de factores que van a influir en el trabajo y el rendimiento laboral del trabajador y a los que, en ocasiones, no se les da la importancia que se debiera. Entre ellos, destacan:
- La higiene de los alimentos. No cuidar este aspecto aumenta el riesgo de que se produzcan intoxicaciones de origen alimentario como la salmonelosis.
- Reparto de la cantidad de alimentos por cada comida. Las comidas copiosas o, por el contrario, frugales pueden ocasionar bajadas de azúcar en sangre (hipoglucemias) o somnolencia y diversas molestias digestivas; todo ello perjudica el rendimiento intelectual y físico de una persona.
- El número de comidas que se realizan en el día. Saltarse una comida o realizar tan solo dos comidas va a influir negativamente en el funcionamiento del organismo.
- Dietas hipercalóricas. Este tipo de dietas conduce a un sobrepeso y obesidad en la persona, lo cual va a suponer un sobreesfuerzo físico, agravando y aumentando el riesgo de lesiones en el aparato locomotor (músculos, articulaciones…) y desarrollando otros trastornos en la salud (alteraciones de los niveles de azúcar y grasa en sangre, hipertensión…).
- Dietas hipocalóricas. Van a reducir la capacidad de rendimiento del trabajador, a la vez que se verá perjudicada su salud.
- Dietas desequilibradas. La falta de ingesta de alimentos básicos a medio/largo plazo van a ocasionar carencias nutritivas y, por tanto, alteraciones y efectos negativos en el organismo.
- El consumo de alcohol. Un consumo moderado de bebidas alcohólicas, como puede ser cerveza o vino (se aconseja un vaso de vino en las comidas), no es dañino para la salud, pero cuando la cantidad se vuelve excesiva puede ocasionar intoxicaciones en el organismo, perjudicando seriamente la salud, además de convertirse en un factor de riesgo de accidentabilidad laboral.
A veces no nos damos cuenta de que no solo el estrés, los problemas personales, la falta de sueño influyen sobre nuestro bienestar. Deberíamos preguntarnos si estamos alimentando adecuadamente a nuestro cuerpo como para que este funcione.
Dieta equilibrada. Recomendaciones
Es importante llevar una dieta variada, equilibrada, ya que una alimentación monótona, repetitiva o carente de algún alimento indispensable para nuestro cuerpo puede dar lugar a la aparición de determinados síntomas, tanto físicos (cansancio excesivo, falta de reflejos…) como psíquicos (falta de interés por las cosas, dificultad para conciliar el sueño, apatía, cambios bruscos de humor, irritabilidad…).
Las personas cubrimos las necesidades energéticas cotidianas mediante la ingesta de alimentos, los cuales deberán ser suficientes para mantener la salud en cantidad y calidad. El aporte de estos alimentos va a depender de varios factores: sexo, peso, altura y edad de la persona. Además, hay que considerar el tipo de actividad o trabajo que se realice.
Se entiende por dieta el conjunto de sustancias que se ingieren habitualmente y que permite al ser humano mantener un adecuado estado de salud y una capacidad de trabajo. Se dice que una dieta es cuantitativamente correcta cuando aporta la energía adecuada, permite al mantenimiento o consecución del peso ideal y aporta todas las vitaminas y minerales en cantidades no inferior a 2/3 de las recomendaciones dietéticas (RD).
Los aportes nutritivos preconizados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) son:
- Glúcidos: mínimo 55% / 5.500 Kj / 323 gr.
- Lípidos: máximo 30% / 3.000 Kj / 81 grs. (15-20% monoinsaturados)
- Proteínas: 15% / 1.500 Kj / 88 gr.
La energía se suele expresar en kilocalorías o en joules (julios). La caloría es una unidad de calor y es la cantidad de calor necesaria para elevar la temperatura de 1 kg de agua destilada de 15º C a 16º C. El julio es una unidad de energía definida como la cantidad de trabajo realizada por una fuerza que mueve 1 kg con una aceleración de 1 m/s a lo largo de un metro. Para los alimentos se emplea el kilojulio.
Son muchos los estudios realizados, y todos demuestran que una alimentación adecuada mejora el rendimiento y el bienestar de los trabajadores
La relación existente entre dichas unidades es la siguiente: 1 kilocaloría = 4,184 kilojulios; 1 kilojulio = 0,239 kilocalorías.
Debemos adaptar nuestra alimentación a nuestra actividad, el horario de trabajo y la actividad cotidiana que realicemos, sin olvidar:
- Realizar al menos tres comidas principales y dos “meriendas”(media mañana, media tarde) para de esa manera evitar la hipoglucemia (disminuye el rendimiento y capacidad intelectuales).
- Que hacer “cinco comidas al día” evita el picoteo, el comer de forma incontrolada y exagerada, ocasionando con ello un aumento del peso corporal.
- Que aquellas personas que después de la comida/cena deban continuar con su jornada laboral tendrán que realizar un buen desayuno o merienda para que, de esa forma, el almuerzo o cena sean ligeros, con lo que se evitará la somnolencia que produce una comida copiosa y/o desequilibrada. Además, la digestión será más rápida, sin molestias gástricas.
- Evitar comidas/cenas pesadas y grasosas; no consumir/reducir snacks, patatas fritas, bollería industrial, dulces y golosinas, etc. entre horas.
- Reducir/no consumir bebidas estimulantes, azucaradas, colas…
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