El Real Decreto 681/2003, sobre la protección de la salud y la seguridad de los trabajadores expuestos a los riesgos derivados de atmósferas explosivas en el lugar de trabajo, establece en su artículo 4 que el empresario evaluará los riesgos específicos derivados de las atmósferas explosivas. Para dicha evaluación debe tener en cuenta: la probabilidad de formación y la duración de atmósferas explosivas, la probabilidad de la presencia y activación de focos de ignición, incluidas las descargas electrostáticas, las instalaciones, las sustancias empleadas, los procesos industriales y sus posibles interacciones y las proporciones de los efectos previsibles.
Existen diferentes metodologías para poder hacer esta evaluación de riesgos, como pueden ser los métodos HAZOP, ¿qué pasa sí?, árbol de causas, etc., pero una de las más extendidas, y que es recogida por la NTP 876 del Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo, es la metodología RASE. Además, esta metodología es la establecida para evaluar la probabilidad de comportarse como fuente de ignición de los equipos que van a ser instalados en zonas ATEX.
Para utilizar este método, se debe tener en cuenta tanto la probabilidad de que se forme la atmósfera explosiva, como la probabilidad de que exista una fuente de ignición en ese emplazamiento, y también las proporciones previsibles de una posible explosión en caso de que todo falle. Es por esto que con este método cumplimos todas las exigencias recogidas en el artículo 4 del RD 681/2003.
Metodología
Como ya se ha comentado, el primer paso para poder hacer la evaluación de riesgos consistiría en evaluar la probabilidad con que se producirá la explosión. Para ello debemos tener en cuenta por un lado la probabilidad de encontrar la atmósfera explosiva en el emplazamiento, o lo que es lo mismo, la clasificación de zonas para ese emplazamiento y por otro lado la probabilidad de que exista una fuente de ignición efectiva en ese lugar. Habría que valorar todas las fuentes de ignición que puedan interactuar en esa zona. Para valorar la probabilidad de explosión se puede utilizar la tabla 1.
El primer paso para poder hacer la evaluación de riesgos consistiría en evaluar la probabilidad con que se producirá la explosión
El siguiente paso sería valorar las consecuencias que tendría la posible explosión. Con la tabla 2 se puede hacer esta valoración teniendo en cuenta por un lado de exposición personal al riesgo y por otro las consecuencias que tendría la explosión para las instalaciones.
Con los resultados obtenidos de las anteriores tablas, se obtiene el nivel de riesgo para ese emplazamiento y para cada una de las fuentes de ignición que puedan hacerse efectivas en ese lugar (tabla 3).
De esta forma, para un nivel de riesgo A, habría que tomar medidas urgentes e incluso detener la actividad, mientras que, en el otro extremo, un nivel de riesgo D, ofrece un nivel de riesgo perfectamente asumible, aunque el riesgo nunca desaparece del todo.
Medidas preventivas
Una vez evaluado el riesgo de que en nuestra instalación tenga lugar una explosión, llega el momento más importante desde el punto de vista preventivo. Es el momento de tomar medidas para reducir el riesgo donde su nivel no sea compatible con la actividad. En este punto debemos tener en cuenta lo establecido en el artículo 3 del RD 681/2003: “el empresario deberá tomar medidas de carácter técnico y/u organizativo en función del tipo de actividad, siguiendo un orden de prioridades y conforme a los principios básicos siguientes: impedir la formación de atmósferas explosivas o, cuando la naturaleza de la actividad no lo permita, evitar la ignición de atmósferas explosivas y atenuar los efectos perjudiciales de una explosión de forma que se garantice la salud y la seguridad de los trabajadores”.
En la práctica las medidas preventivas se pueden dividir en dos grandes grupos.
1. Medidas técnicas. Medidas a tomar en la instalación para reducir el nivel de riesgo. Se dividen a su vez en:
a. Medidas preventivas. Son las medidas que tienen por objetivo reducir la probabilidad de que tenga lugar la explosión. Trata de reducir la probabilidad de que se formen las atmósferas explosivas (ventilación, limpieza, etc.), o de reducir la presencia y eficacia de fuentes de ignición. Tomando este tipo de medidas reduciríamos la probabilidad valorada con la tabla 1.
b. Medidas de protección. Son aquellas que se implantan para reducir las consecuencias de una posible explosión. En este grupo de medidas encontramos la instalación de sistemas de protección certificados, (paneles de venteo, apagallamas, supresores de explosión, etc.,) que reducen la capacidad destructiva de las explosiones. Implantando estas medidas reducimos las consecuencias de la explosión valoradas en la tabla 2.
En definitiva, con una correcta gestión de este tipo de medidas podemos reducir el nivel de riesgo hasta parámetros compatibles con la actividad.
La prevención de atmósferas explosivas comprende un conjunto de técnicas cuya correcta aplicación es fundamental
2. Medidas organizativas. Medidas generales que establece la organización para mantener el nivel de riesgo residual lo más bajo posible. Dentro de este paquete de medidas encontramos.
a. Formación e información.
b. Coordinación de actividades empresariales
c. Inspección, mantenimiento y reparación de los equipos instalados.
d. Uso de EPIS adecuados.
e. Señalización.
Estas medidas son importantes y necesarias, pero no sirven por sí solas, como en otros aspectos preventivos, para reducir el nivel de riesgo.
Por tanto, es de vital importancia que la empresa disponga de un DPCE y, por tanto, de una evaluación y planificación de medidas preventivas, lo más exhaustivo y preciso posible, porque es la mejor herramienta para poder gestionar de forma eficaz este tipo de riesgos.
En resumen, la prevención de atmósferas explosivas comprende un conjunto de técnicas complejas cuya correcta aplicación es fundamental para evitar situaciones que pueden ocasionar consecuencias de elevada magnitud. Debido a ello, el equipo de especialización de ATEX del Área de Prevención de FREMAP (mutua colaboradora con la Seguridad Social nº61) desde la publicación de la norma venimos desarrollando una intensa labor de divulgación a nuestras empresas asociadas, sobre sus aspectos esenciales y, en particular, la importancia de la elaboración del DPCE y la relevancia de una adecuada gestión de las medidas a adoptar para reducir el nivel de riesgo al que se exponen los trabajadores en este tipo de instalaciones.
Bibliografía
- El Documento de protección contra explosiones. Manual de ayuda Emérito Núñez Amado. Instituto Galego de Seguridade e Saúde Laboral (Issga) 1ª Edición, 2012.
- El Real Decreto 681/2003, sobre la protección de la salud y la seguridad de los trabajadores expuestos a los riesgos derivados de atmósferas explosivas en el lugar de trabajo.
- NTP 876 INSST. Evaluación de los riesgos específicos derivados de las atmósferas explosivas (ATEX).