¿Cómo surge la idea de incluir tecnología de realidad virtual en vuestras formaciones?
Juan. La capacitación y la formación de los trabajadores en materia de PRL ha dado un giro sustancial con los entornos virtuales. Con las técnicas adecuadas se puede conseguir una experiencia más práctica, sin necesidad de poner en peligro a los trabajadores o alumnos. Este hecho fue el que determinó el proyecto. Para nosotros, esta tecnología enriquece la formación e incrementa su calidad, ya que estos escenarios, de otro modo, serían muy difíciles de incorporar a las formaciones dada su exigencia económica.
¿Qué ventajas encontráis utilizando entornos 3D en los cursos de Prevención de Riesgos Laborales?
Juan. Disponemos de simuladores reales de espacios confinados, trabajos en alturas para rescates de pala, de nacelle… Sin embargo, los entornos virtuales, por su capacidad inmersiva y su carga emocional consiguen un mayor impacto. No es de extrañar, que cuando realizan una evacuación de emergencia de un elevador en nuestra práctica de realidad virtual, el alumno sienta vértigo y miedo ante el riesgo de caída al vacío. Son respuestas naturales ante un ejercicio de alta intensidad. Entrenarse en ello produce cierto grado de habituación y confianza. En la vida real, no hay segundas oportunidades, en la realidad virtual sí. Es decir, favorece el adiestramiento por repetición.
David. Además, las experiencias permiten la interacción de varios usuarios al unísono, desde cualquier lugar del mundo, en tiempo real y en el mismo enclave virtual, lo que es un aspecto muy interesante para multinacionales que tienen centros de trabajo dispersos en distintos países (permite abaratar las actividades formativas).
Juan. Es decir, la realidad virtual permite estandarizar la formación y sirve como procedimientos operativos de trabajo seguro a los que el personal puede acceder de manera rápida, sencilla y amigable, sin exponerle al riesgo real. Para nosotros son un valor añadido, complementa el entrenamiento en nuevos procedimientos o prácticas seguras y creemos que es una tendencia en la formación PRL.
David. Añadido a esto, las experiencias virtuales pueden ser remodeladas y evolucionar con las modificaciones que se dan con el paso del tiempo en la operativa de trabajo habitual.
En vuestra plantilla contáis con un equipo que programa y diseña los entornos 3D de las prácticas, ¿cómo abordáis estos proyectos?
David. A lo largo de estos años, hemos construido instalaciones para aquellas situaciones específicas en las que identificamos riesgos de magnitud: por este motivo seleccionamos muy bien qué aspectos necesitan ese “plus” subjetivo. Analizamos la tesitura concreta y planteamos los ejercicios y la secuencia que se han de recrear para ejecutar de manera correcta un procedimiento operativo. “A posteriori”, se diseñan itinerarios formativos, guiados o libres para que constate previamente los pasos y, en último término, los lleve a cabo sin indicación alguna, quedando registrados aciertos y errores. Posteriormente, interviene el equipo de diseño de 3D y programadores y se testea internamente si se alcanzan los objetivos.
¿Qué entornos específicos crees que se prestan mejor para las prácticas con realidad virtual?
Juan. Hoy en día, todo procedimiento operativo que se ejecute siguiendo una secuencia determinada y que pueda ser analizado, comprendido y aprendido mediante la vista y el oído. Las gafas de realidad virtual engañan a estos dos sentidos perfectamente. Nosotros disponemos de uso seguro y evacuación de elevadores, maniobras en celdas de alta tensión y extinción de incendios.
¿Cuál es el balance de estos años?
Juan. Se trata de herramientas que suman y complementan los escenarios y materiales reales de los que disponemos y que, en según qué casos, permiten una formación más detallada y personalizada a la casuística concreta del usuario final.
Varmat y WindEXT, dos proyectos pioneros en realidad virtual
Tesicnor se inició en la tecnología de la Realidad Virtual de la mano de dos proyectos I+D europeos, Varmat (2018), orientado a mejorar la seguridad y la eficiencia de los trabajos de mantenimiento de las instalaciones de baja tensión y, por otro lado, WindEXT (2019), un proyecto liderado por la Asociación Empresarial Eólica y que aglutina a instituciones públicas y privadas, orientado a mejorar la formación profesional dentro del sector de la energía eólica, en el ámbito de los servicios de operación y mantenimiento y la extensión de la vida útil de este tipo de instalaciones.