Expertos en prevención analizan los riesgos laborales y la seguridad en el trabajo en el sector naval y astillero

El sector naval y de los astilleros presenta un escenario peculiar en lo relativo a la prevención de riesgos laborales. La coordinación de las actividades empresariales se constituye en el elemento clave a la hora de obtener logros y de alcanzar resultados favorables, reduciendo la siniestralidad y disminuyendo las enfermedades profesionales. Entre los riesgos más característicos encontramos las caídas al mismo y distinto nivel, los eléctricos, los relacionados con el uso de máquinas, los químicos, los sobreesfuerzos, las quemaduras y las lesiones en los ojos. Una de las herramientas de las que se disponen para evitar males mayores son los EPI pero de nada sirven si previamente no se imparte la formación adecuada.

No hay que obviar el protagonismo alcanzado por la subcontratación de empresas auxiliares, que deben integrarse en la realidad preventiva de la empresa principal, sin menoscabo y sin sacrificar las exigencias a las que debe someterse cualquier trabajador para salvaguardar su seguridad.

Asimismo, las imposiciones normativas deben ir más allá de lo meramente burocrático ya que la documentación exigida debe ser un fiel reflejo del día a día de una estrategia viable que se materializa y forma parte de una cultura preventiva enraizada en la Dirección de la empresa y de todos sus empleados.

En torno a estos y otros aspectos la Fundación Borredá y la revista FSL –con el apoyo de la Fundación para la Prevención de Riesgos Laborales– convocó el pasado 30 de enero el desayuno “La PRL y la seguridad en el trabajo en el sector naval y astilleros” que se celebró en el Hotel Meliá Castilla de Madrid. En este encuentro participaron María Gómez-Cano, consejera técnica del Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo (INSHT); Ignacio Cayetano Riva, coordinador general de Prevención y Medio Ambiente de Navantia; Pablo Curras, responsable de Servicios Generales de MetalShips; Roberto Rodríguez, responsable del Área Técnica de Prevención de Riesgos Laborales de Factorías Vulcano; y Pedro Arias, gerente de Previnsa.

Por parte de Editorial Borrmart estuvieron presentes Antonio Borredá, director adjunto de Editorial Borrmart –que ejerció de moderador–; Mª Victoria Gómez Alonso, directora de Relaciones Institucionales; y Jaime Sáez, redactor jefe de Formación de Seguridad Laboral.

Disminución de los accidentes laborales

Tal y como explicó María Gómez-Cano, consejera técnica del INSHT, “desde la Administración somos conscientes de la complejidad del sector naval”. En cuanto a los accidentes laborales, estos han disminuido por la situación económica actual pero, aún así, “el índice de incidencia es alto” –aunque la mayoría de ellos “son leves”–, siendo las empresas auxiliares las que presentan un mayor número de casos. Asimismo, reconoció las buenas prácticas desarrolladas por empresas como Navantia, haciendo hincapié en la “coordinación de las actividades empresariales” en una actividad que, al incluir una gran “disparidad de trabajos” es proclive a diferentes riesgos.

En los 14 años de trayectoria en MetalShips, para Pablo Curras, responsable de Servicios Generales de esta empresa, “el sector de la seguridad se ha desarrollado mucho y de forma acelerada”. El descenso de la siniestralidad es debido a que “hay menos gente trabajando”. Además estimó que para que el registro de los accidentes laborales sea cien por cien fiable, es preciso que “el sistema Delta cambie”; de este modo se podría realizan comparativas clarificadoras que permiten detectar las empresas o los astilleros “más problemáticos”.

Roberto Rodríguez, responsable del Área Técnica de Prevención de Riesgos Laborales de Factorías Vulcano, coincidió en que “es complicado tener una idea de la siniestralidad en el centro de trabajo ya que no conocemos lo que sucede fuera de nuestras instalaciones”. Para este experto en prevención, con 13 años de experiencia en el sector, “cuando llegué existía una Ley de PRL recientemente implantada y las empresas no sabíamos qué hacer, queríamos implantar sistemas de seguridad pero aún así costaba mucho y, además, el personal no tenía una formación adecuada y no contaba con una concienciación. Posteriormente, desarrollamos temas conjuntos con la Administración (ISSGA) y los sindicatos, centralizando el control de accesos en astilleros, etc. para facilitar el trabajo de todos. En la actualidad la actividad ha ido descendiendo y con ella la siniestralidad, a lo que hay que unir la paulatina concienciación de la seguridad en el trabajo”.

Pedro Arias, gerente de Previnsa –empresa que nació en 1999 como consultora de emergencias, buscando dar respuesta a las necesidades existentes en materia de autoprotección” manifestó que la seguridad “es cada vez más profesional, las exigencias son mayores ya que la gente es mucho más rigurosa para hacer las cosas de un modo seguro”, mejorando con el paso del tiempo la formación y siendo el aspecto clave a contemplar “la coordinación”.

En cuanto al valor añadido de la responsabilidad, “los astilleros grandes somos los que estamos tirando de la cultura preventiva de las pequeñas y medianas empresas: los más importantes avances en prevención en ellas están promovidos por los grandes astilleros” según Ignacio Cayetano Riva. Sobre la disminución de la siniestralidad el coordinador general de Prevención y Medio Ambiente de Navantia, aclaró que es un criterio para “enjuiciar nuestra evolución y para ver si las medidas que estoy poniendo en marcha son efectivas; si no, hay que cambiar la planificación preventiva”. Y es que en prevención “lo fundamental es la integración”, que afecta a la línea de mando ya que “es consustancial a la decisión que tomes”. Por otro lado, es preciso diferenciar entre dos tipos de actividades preventivas: “las básicas y las especializadas”