El mundo está viviendo una época convulsa. La llegada de esta pandemia nos está obligando a reinventarnos y se prevén tendencias de todo tipo, desde la aceleración de la transformación digital hasta la disminución del contacto personal y, como consecuencia, de los viajes de negocios.
Parece que los indicadores de futuro sitúan a la salud y a la prevención a la vanguardia de estos cambios.
Si para algo ha servido el sometimiento a estrés que supone la pandemia para el sistema sanitario, ha sido para constatar el déficit de profesionales sanitarios en el sistema español.
Éste es un aspecto que los servicios de prevención llevamos años reclamando, la necesidad de médicos especialistas es a día de hoy, más que una necesidad importante, una urgencia importante.
Se trata de una combinación peligrosa que pudiera llegar a poner en riesgo la capacidad de prestación de servicios que hoy son básicos desde la perspectiva de la salud laboral y desde la perspectiva de la salud pública, hoy con fronteras convergentes.
Desde las asociaciones del sector consideramos que no se puede retrasar más el momento de tomar medidas, tanto de corto como de medio y largo plazo, para poder absorber la demanda creciente a la que nos enfrentamos y a los nuevos riesgos que emergen de la evolución social acelerada y considerando, ante todo, que dichas políticas no afectarían en ningún caso la eficiencia de la actividad, más todo lo contrario, permitiría una focalización y personalización de las actividades más amplia y eficaz.
A la necesidad de gestión de casos activos y contactos estrechos se suma el auge del tratamiento de los aspectos psicosociales vinculados al trabajo a distancia. Todas estas actividades tienen una necesidad de presencia y dedicación de recursos médicos especializados que, en este momento, ya son inferiores a los necesarios.
Alternativas
Hemos propuesto muchas alternativas que parecen caer en saco roto, si bien algunas de ellas han obtenido resultados positivos en el ámbito de la sanidad pública, para evitar comprometer el sistema. Mientras que por otro lado se ha intentado generar ruido atrayendo la atención sobre la rentabilidad de las entidades preventivas, comparándolas con otros sectores bajo planteamientos desatinados que pretenden demonizar un objetivo lícito de cualquier empresa privada obviando lo realmente importante; la generación de valor y de resultados.
Estos elementos han hecho posible que estemos ante el mayor número de actuaciones en la historia de España en materia preventiva, desde las evaluaciones de riesgos y los exámenes de salud – todos ellos orientados a minimizar los riesgos presentes en nuestras empresas- siguiendo por la detección de cualquier alteración de salud de forma prematura permitiendo su intervención de una forma más rápida y eficaz, y hasta las actividades para el control y mitigación del COVID-19 en el entorno laboral.
Este es el bagaje de los servicios de prevención ajenos, tras 25 años de aplicación de la Ley de Prevención, que han moldeado y adaptado dichas entidades hasta convertirlas en la modalidad preventiva más compatible con la tipología de empresa española; pyme y micropyme en su inmensa mayoría.