Una encuesta realizada por MC MUTUAL sobre los niveles de actividad física y sedentarismo durante la pandemia ha evidenciado cómo las personas trabajadoras disminuyeron su actividad física durante la crisis sanitaria y aumentaron considerablemente el tiempo que permanecieron sentadas.
La investigación se ha realizado mediante el cuestionario Healthmeter, elaborado por MC MUTUAL y que permite a los trabajadores responder de forma anónima a través de una plataforma online. En total, se han obtenido datos de 2.442 profesionales de empresas asociadas a la mutua en dos periodos distintos: antes de la pandemia (de abril de 2019 a febrero de 2020) y durante la pandemia (de mayo de 2020 a junio de 2021), excluyéndose, por tanto, la etapa inicial de confinamiento domiciliario estricto. La comparación se ha realizado entre colectivos profesionales con una actividad física laboral similar.
Si bien no se han encontrado grandes diferencias en el índice de actividad física antes y después de la pandemia en las personas con un trabajo activo (con un índice de actividad física laboral alto), el estudio sí ha mostrado cambios en la actividad de aquellas personas que tienen un trabajo sedentario. Según la investigación, el porcentaje de trabajadores de oficina con un índice de actividad baja pasó a ser del 32,3 % antes de la pandemia al 55,2 % en el caso de trabajadores de oficina que trabajaron en remoto durante la pandemia. En ambos casos, no cumplen con las recomendaciones mínimas de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre actividad física.
Vida sedentaria
Durante la pandemia, tanto teletrabajadores como trabajadores activos pasaron sentados, en un día laboral, unas 3 horas más de media que antes de la pandemia.
Asimismo, mientras que las personas con un trabajo activo antes de la pandemia solo estaban sentadas 4 horas de media al día, durante la pandemia pasaron a estarlo 6,8 horas.
Por otra parte, los trabajadores de oficina antes de la pandemia permanecían sentados 7,1 horas, y los teletrabajadores durante la pandemia 11,2 horas. Según un estudio en el que participan investigadores del School of Public Health de la University de Sydney, el riesgo por mortalidad aumenta un 5 % por cada hora de más que estamos sentados a partir de las siete primeras, independientemente de la actividad física que se realice en otros momentos del día. Esto significa que si en el grupo de teletrabajadores se mantiene en el tiempo el hábito de estar sentados 11 horas al día, el riesgo de mortalidad podría aumentar en un 20 %.
Pausas activas
Únicamente el 7,3 % de los trabajadores de oficina realizaban, como mínimo, una pausa activa antes de la pandemia, frente al 54 % de teletrabajadores que la incorporaron a su rutina habitual durante la misma.
Sin embargo, tal y como apunta Vanessa Puig, técnica de prevención de riesgos laborales de MC MUTUAL y responsable del análisis, pese a que hayan aumentado las pausas activas, “estas no han sido suficientes para contrarrestar la disminución de la práctica de ejercicio planificado y la disminución del tiempo dedicado a las caminatas u otros medios de transporte activos como la bicicleta”.
El estudio también concluye que el 14,6 % de teletrabajadores trabajaban la mayor parte del tiempo desde la cama o el sofá, mientras que el 38 % lo hacían de forma ocasional.
Promoción de hábitos saludables
Antes de la COVID-19 la OMS ya había definido el sedentarismo y la inactividad física como una de las grandes pandemias del siglo XXI, algo que parece haber empeorado en los últimos tiempos.
Tal y como apunta Vanessa Puig, “la promoción de actividad física y la disminución del sedentarismo deben ser unos de los grandes objetivos de salud pública”, y para ello, las organizaciones que quieran ir un paso más allá del estricto cumplimiento normativo en materia de seguridad y salud laboral, “deberán asumir el reto de fomentar entre los empleados la adopción de un estilo de vida activo”. La experta en salud laboral afirma que “para lograr un impacto comunitario, y no únicamente individual, la responsabilidad no debe dejarse exclusivamente en manos del sector sanitario; las empresas pueden convertirse en agentes clave a la hora de provocar un cambio en la salud comunitaria. El abanico de acciones posibles para fomentar una vida activa es muy amplio, y dependerá de las necesidades y características de la organización, el perfil y las preferencias de los trabajadores.
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