Cuando se sueldan piezas de metal o se realizan trabajos de recubrimiento, relleno, etc. el trabajador está totalmente expuesto a la inhalación de los humos que produce.
El respirar estos humos acaba produciendo –en poco tiempo- escalofríos, dolor de pecho, tos, sabor metálico en la boca, dolor de cabeza, fatiga, ronquera, etc. y, lamentablemente, a medio y largo plazo provoca enfermedades respiratorias muy graves e irreversibles porque las partículas metálicas que contiene el humo de soldadura son muy pequeñas, y cuando llegan a nuestros pulmones, se alojan ahí y es imposible el que las podamos eliminar.
¿Cuál es la solución? Muy sencillo: interponer entre el foco de producción del humo y las vías respiratorias del trabajador un elemento que capture el humo en su origen. ¿Cómo lo conseguimos? Con brazos articulados.
Los brazos articulados -fabricados en aluminio o con flexibles de fibra de vidrio o en material plástico resistente a la temperatura- tienen un sistema de articulación (interior o exterior) y terminan en una campana que se posiciona fácilmente entre el punto en el que se produce el humo y las vías respiratorias del soldador.
La instalación se completa con un aspirador que canaliza el humo por el brazo y a través de los conductos de evacuación. El humo puede ser filtrado o no.
Hay una gran gama de brazos articulados a disposición de nuestros clientes y según la necesidad de aspiración, las dimensiones del puesto de trabajo, etc. Diámetros desde 75 mm a 200 mm, longitudes desde 1 a 8,5 metros, modelos telescópicos, ATEX…, para adaptarse a cualquier puesto de trabajo y a las necesidades concretas de cada operario. Y es que en Barin nos preocupa el aire que respiras.
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