Una fuente huérfana es una fuente radiactiva autónoma que no está bajo el control regulatorio adecuado. En un primer momento, hablar de radiactividad se relaciona rápidamente con las centrales de energía nuclear, pero no es la única procedencia de este tipo de material radiactivo. De hecho, pueden provenir de maquinaria médica, de fábricas de fundición o procesamiento de residuos o de acerías, entre otras.
Actualmente, en España, hay más de 370 empresas que trabajan en sectores de recuperación, reciclaje, acerías, siderurgia y metales. Estas organizaciones no trabajan directamente con fuentes huérfanas sino que al trabajar con residuos de metales, es posible que puedan detectarlas.
El tratamiento de estas fuentes radiactivas huérfanas, por muy extraño o lejano que les parezca a algunas empresas, se trata de un tema de relevancia mundial, dado que en caso de pérdida o robo se pueden originar accidentes muy graves que pueden ocasionar grandes pérdidas económicas y personales. De hecho, se han producido numerosos incidentes, algunos incluso con pérdidas humanas.
Desde 1998 y hasta 2017 se han detectado en España 1.824 casos. Por ejemplo, solo en 2017 se registraron 47. El caso más reciente se produjo en 1988, en una planta de procesamiento de chatarra en Cádiz, que provocó una nube radiactiva debido a la quema de una fuente huérfana de Cesio 137 y que elevó la radiación de la zona 1.000 veces más de las mediciones normales. Los costes derivados del tratamiento del problema y los posteriores controles de salud y reforzamiento de la seguridad tuvieron un coste de más de 20 millones de euros. Pero además de accidentes nucleares y radiológicos, las fuentes huérfanas también pueden ser empleadas en la elaboración de artefactos explosivos con dispersión radiológica en posibles ataques terroristas, por lo que resulta imprescindible que se controlen y así mitigar los riesgos para la población y el medioambiente.
Con el objetivo de ayudar a las empresas a velar por la seguridad de sus trabajadores, desde Excem Technologies, proveedor español integral de soluciones tecnológicas especializadas y servicios de consultoría en los campos de Seguridad y Protección de Infraestructuras, Seguridad Nacional, Defensa, Inteligencia y Telecomunicaciones, con más de 30 años de experiencia, explican las medidas que deben poner en marcha las empresas para estar preparadas a la hora de hacer frente a situaciones de este tipo.
Utilizar equipamiento adecuado para detectar radiación
Los sistemas de detección pueden ser pórticos de monitorización que miden la radiación al paso de cada partida de chatarra y que activan una alarma cuando detectan niveles de radiación anómalos. Además de los pórticos fijos, también hay equipamiento portátil de fácil uso para el personal, que van desde un detector manual hasta un espectrómetro que brinda unos resultados más precisos.
Estos sistemas son complementarios y su utilidad cumple un doble propósito: la seguridad radiológica de la organización y el personal, así como asegurar la calidad del producto final.
Formación de personal
Todos los trabajadores que puedan estar potencialmente expuestos a este tipo de materiales deben recibir una formación previa en la que se les explicará cómo detectar una fuente huérfana y cómo deben actuar en esos casos. El contenido de esta formación deberá incluir y desarrollar unos puntos básicos para garantizar la seguridad de toda la empresa y del resto de la sociedad.
Los empleados deben estar informados, en primer lugar, sobre si existe la posibilidad de que detecten material radiactivo. Una vez este punto haya sido aclarado, el trabajador debe tener el conocimiento y formación necesaria sobre los diferentes métodos de detección visual de las fuentes, así como de sus contenedores, sobre las medidas que deben tomarse en caso de detectarse o sospecharse la presencia de una fuente y sobre la operación y el mantenimiento de la instrumentación de vigilancia y controles radiológicos disponibles en la instalación. Asimismo, deben recibir unas nociones básicas sobre las radiaciones ionizantes, sus efectos y las medidas de protección contra ellas.
Si la empresa no dispone de un plan de autoprotección, la formación la tienen que impartir técnicos acreditados en protección radiológica o que hayan sido autorizados para prestar servicios de asesoramiento en materia de recuperación de fuentes huérfanas. En este caso las actividades de información y formación a los trabajadores deberán quedar registradas y firmadas por un técnico en protección radiológica o por un técnico acreditado.
Establecer planes de actuación
La ley es muy clara en este punto y establece que en caso de que cualquier miembro de la plantilla detecte o sospeche de la presencia de una fuente huérfana debe contactar con una Unidad Técnica de Protección Radiológica autorizada por el Consejo de Seguridad Nuclear para la prestación de servicios en este ámbito, que asesorará y dará la asistencia técnica especializada necesaria para preservar la seguridad de de los trabajadores, miembros de la sociedad, así como la de la propia fuente.
Una vez identificada, ENRESA (Empresa Nacional de Residuos Radiactivos, S.A), la organización designada por el Estado para el desempeño de este servicio público esencial de gestión de los residuos radiactivos se encarga de recoger, custodiar y procesar lo encontrado.
¿Cómo saber qué medidas debo tomar?
Esta información está enfocada a las empresas que llevan a cabo actividades destinadas a la recuperación, almacenamiento, manipulación o procesamiento de materiales metálicos y chatarra. No obstante, no existe un estándar para todas las organizaciones. Las medidas de protección a implantar en cada instalación sobre el tipo de equipamiento, la formación y la adecuación que deban realizar para adoptar las medidas de seguridad, dependen de los resultados de un estudio previo en el que se tendrá en cuenta cuál es el tipo de instalación, el tipo de material que procesa y las cantidades anuales, para que se adapte a cada operativa.
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