La ONU marcó el 22 de marzo como el Día Mundial del Agua para concienciar sobre la crisis que sobre el líquido elemento existe. El objetivo de la Organización de las Naciones Unidas es que para el año 2030 el acceso al agua potable sea universal.
Actualmente la concienciación sobre la problemática que existe en torno a este bien indispensable para la vida. No obstante, ha provocado que las actividades económicas relacionadas con el Tratamiento de aguas sean el tercer sector que más trabajadores reúne dentro del conocido como empleo verde.
De hecho, en España alrededor de 50.000 personas trabajan en labores de captación y depuración de aguas y de recogida y tratamiento de aguas residuales. Una actividad que en la últimos siete años ha incorporado al mercado casi medio millar de empresas. Estas se enfrentan a una actividad cada vez más compleja e intensa. En los últimos 20 años ha aumentado un 75% el tratamiento de aguas residuales.
Con este crecimiento del mercado laboral también han aumentado los riesgos laborales para los trabajadores y han aparecido otros emergentes que hasta la fecha no existían y que deben ser analizados para poder salvaguardar la salud de las personas que trabajan en las más de 2.125 estaciones depuradoras de aguas residuales que existen en España. Herramientas básicas para proteger el medio ambiente.
Riesgo incrementado
Los trabajadores de este sector se enfrentan a un mayor riesgo higiénico derivado de los tipos de contaminantes que puede contener el agua. Por un lado los agentes biológicos, que son aquellos microorganismos capaces de sobrevivir y desarrollar su ciclo vital en el agua. Pueden ser bacterias, virus, hongos y parásitos. Por otro los agentes químicos, que son aquellos productos que transporta el agua y que son potencialmente peligrosos.
Elementos que, por otro lado, pueden estar presentes en cualquier estado, ya sea sólido, líquido o gaseoso.
Agentes biológicos, el enemigo invisible
Los lodos y las aguas residuales son la fuente de los agentes biológicos que, en las condiciones adecuadas, pueden convertirse en agentes patógenos. Bacterias, virus, hongos y parásitos son capaces de vivir ‘naturalmente’ en estos medios, como por ejemplo, sucede con la legionela.
Elementos potencialmente peligrosos que, aunque en su mayoría no deberían suponer peligro para la salud, si se dan las condiciones adecuadas, podrían finalmente provocar una enfermedad.
El peligro está en el aire
El mayor riesgo para los trabajadores se encuentra en los aerosoles ya que estos agentes patógenos tienen la capacidad de entrar en el organismo a través de pequeñas gotas de agua que inhalen los trabajadores. Partículas en suspensión que se generan en los saltos de agua, en las zonas de aireación o de pulverización.
Además de la vía respiratoria, la vía digestiva (derivada de la inhalación, o de la transmisión por contacto, por ejemplo, con las manos sucias) y la cutánea son las otras formas de interacción que deberán ser controladas para evitar la exposición a este tipo de agentes.
EPI´S, la mejor prevención
La mejor defensa es un buen ataque. Dado que el volumen de trabajo de las EDAR cada vez es mayor, se hace necesario una mayor concienciación y educación en el uso de los Equipos de Protección Individual de los trabajadores.
La protección de las vías respiratorias con mascarillas, de las mucosas oculares y de las partes del cuerpo que puedan entrar en contacto tanto con los agentes biológicos como con los químicos es fundamental. Guantes y botas que garanticen la estanqueidad y la integración de una cultura de lavado tras las actividades del trabajo garantizan la seguridad de los trabajadores.
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