El Día Internacional de la Seguridad y Salud en el Trabajo, que se celebra mañana jueves, estará marcado por el fin del uso obligatorio de las mascarillas en interiores.
El real decreto publicado en el BOE el pasado 20 de abril deja en manos de los responsables en materia de prevención de riesgos laborales la decisión de prolongar su uso o no, salvo en los centros sanitarios y sociosanitarios y el transporte público.
Muchos expertos coinciden en que hay que esperar a ver cómo evoluciona la incidencia antes de evaluar si esta medida es precipitada o no. Para José Mª Lagarón, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y especialista en materiales de filtración y mascarillas, el siguiente paso es prestar atención a la calidad del aire de los espacios cerrados para prevenir contagios y asegurar la salud de los trabajadores y de las personas que acceden a ellos.
Algunas administraciones están siendo pioneras en cuanto a medición de CO2, Bélgica va a obligar a bares, restaurantes o teatros a instalar medidores para vigilar la calidad del aire que se respira en interiores. Y dentro de nuestras fronteras, Asturias y Baleares ya los exigen a los profesionales de la restauración.
“Habría sido aconsejable que el fin de la obligatoriedad de llevar mascarilla se hubiese acompañado de la obligatoriedad de asegurar la calidad del aire en los espacios interiores, de manera que todos, y en especial las personas que trabajan en ellos, nos sintamos tan seguros como nos sentimos en los exteriores”, opina José Mª Lagarón.
Una investigación llevada a cabo al comienzo de la pandemia por la empresa valenciana Grupo Bioinicia y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) dio como resultado la utilización de los filtros de nanofibras en la fabricación de mascarillas para aumentar su protección frente al coronavirus. “Estos filtros están siendo una revolución porque retienen las partículas y eliminan la carga vírica, bacteriana o, incluso, de hongos y alérgenos”, añade Lagarón. Esa misma tecnología desarrollada en España se está aplicando ya a los aparatos de filtración de aire en los que se están incluyendo filtros HEPA (High Efficiency Particle Arrester) con nanofibras, para optimizar su eficacia y mejorar su rendimiento. “Los filtros HEPA cuentan con una capacidad de filtración cercana al 100% y, colocados en aparatos de purificación, mejoran la calidad del aire de los espacios cerrados que no pueden ventilarse correctamente de manera mecánica”, concluye José Mª Lagarón.
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