Todo parece indicar que el ya famoso Black Friday o Viernes Negro ha llegado para quedarse. El reclamo comercial que empezó como un viernes prenavideño se ha convertido en una semana de rebajas anteriores a la festividad más importante del año. Los comercios rebajan los precios de sus productos y los consumidores aprovechan para hacer sus compras anticipadas de regalos a familiares y amistades.
Durante esta época, muchos negocios se juegan la rentabilidad del año y algunos grandes almacenes tienen su pico de ventas precisamente entre noviembre y enero, tanto por la campaña de Navidad como por el Black Friday.
No cabe duda de que es una época de consumo en la que se mueven cantidades de dinero a gran escala, pero en el pequeño comercio, las ventas que se hacen son pocas y se ven resentidas por la facilidad de los gigantes del sector para promocionar sus ofertas, ganar publicidad y poder rebajar los precios de los productos ya que, lo que pudiera parecer un pozo de pérdidas, acaba siendo rentable al venderse más unidades a menor precio.
Difícil competencia
Si bien es cierto que para las grandes superficies es un día de ventas y agitación, para los pequeños comercios es un día de resignación, dado que si la competencia contra las tiendas más grandes ya es difícil el resto de días del año, el Black Friday se hace especialmente duro por la avalancha de descuentos y la bajada masiva de precios.
Un negocio de menor tamaño no puede permitirse rebajar todos los precios de todos los productos, ya que llegaría a un límite en el que los gastos serían superiores a los ingresos y los descuentos dejarían de ser rentables.
La brecha de Internet
Hay que tener en cuenta que muchas pymes no cuentan con sitio web y las que tienen, no aparecen en los primeros resultados de búsqueda de Google. En España, las Comunidades Autónomas con más pymes que venden online son Madrid y la Comunidad Valenciana, con un 7%; seguidas por Andalucía, con un 6%.
En la actualidad, los hábitos de consumo son en su mayoría digitales, por lo que la búsqueda en Internet forma parte del proceso de compra. Esta tendencia se ve con mayor claridad tras la pandemia de coronavirus, con el aumento de las compras online.
Así pues, el Black Friday, concebido en origen como un día de descuentos y precios populares de cara al público, acaba perjudicando al pequeño comercio, que parte en desventaja respecto a los gigantes del mercado a la hora de captar clientes, o siquiera retener a los que ya tenía. Todo ello redunda en un clima de inseguridad laboral en el sector de las pymes que, no lo olvidemos, constituyen el 99,9% del tejido empresarial español.
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