El uso de la máscara como dispositivo de protección fundamental en la vida cotidiana será uno de los legados más tangibles de la pandemia del coronavirus. La emergencia sanitaria –haciendo obligatorio su uso– lo ha consolidado como accesorio diario, acelerando que nos concienciemos de la importancia de protegernos de los riesgos asociados a otras enfermedades respiratorias o virales. Además, en las zonas habitadas más congestionadas por el tráfico, tiene la doble función de proteger frente a las partículas PM10 y PM2,5.
“Respirar ya no es una acción que se dé por sentado: hemos aprendido lo esencial que es proteger el tracto respiratorio, exactamente cómo usar el cinturón de seguridad en el automóvil”, subraya Pier Paolo Zani, director general de BLS, empresa italiana con sede en Milán, con producción también en España (en Barcelona) especializada en la producción de dispositivos de protección respiratoria, operando en el sector desde hace más de 50 años.
Estamos ante un cambio que BLS ha experimentado en primera línea: de una empresa ‘nicho’, se ha convertido en el centro de un sistema de producción de bienes esenciales para la protección de la salud de las personas. “Nuestro compromiso de proteger a las personas y hacerlo bien nos ha permitido encontrar un equilibrio entre las solicitudes de clientes consolidados, hospitales, protección civil, etc.”, subraya Zani. Gracias a la maquinaria diseñada y fabricada internamente y a las sinergias promovidas con universidades y socios de mercado, la empresa siempre ha hecho que su producción sea competitiva, sin aumentar los precios de las máscaras.
A pesar de que ahora no se puede decir que la emergencia sanitaria del coronavirus haya terminado, a nivel industrial ha vuelto el repunte de solicitudes. Sin embargo, sigue siendo fundamental seguir sensibilizando a la ciudadanía sobre el uso correcto de los EPIs y “reiterar la necesidad de que las empresas, instituciones y Estados antepongan la calidad del producto: la mascarilla es un EPI potencialmente mortal, es necesario elegir productos certificados que garantizan la calidad, trazabilidad y fiabilidad del proveedor”, explica Zani. “Para crear un EPI, como las máscaras FFP2 y FFP3, se debe contar con las tecnologías, maquinaria, control del proceso productivo y con materiales de calidad que cumplan con dos requisitos fundamentales: filtración y resistencia respiratoria”.
Por este motivo, BLS ha realizado importantes inversiones para crear productos cada vez más innovadores y ampliar su red. La compañía está concentrando sus esfuerzos en España, en la planta de producción de Barcelona, que ahora, además de las líneas de producción de filtros, alberga una línea de producción de mascarillas filtrantes y está aumentando su presencia directa en la zona con la apertura de dos nuevas sucursales comerciales en Francia y Alemania.
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