Las mascarillas «caseras» no son EPI y solo sirven para liberar mascarillas homologadas para las personas que realmente lo necesitan o como placebo para personas que no necesitan una especial protección y se sienten más seguras con uno de estos productos.
Imaginar esta situación: en una guerra, un país se encuentra sin armamento suficiente para dotar a sus soldados y empiezan a surgir iniciativas populares para fabricar tirachinas y escudos de cartón con las que dotar al ejército.
Esta situación “surrealista” indignaría a la opinión pública que lo considerarían inaceptable porque todo el mundo es plenamente consciente que no se puede ir a la guerra armado con un tirachinas y protegido con un escudo de cartón. Algo parecido está sucediendo ahora.
Por una parte, estamos en una situación de desabastecimiento de equipos de protección y con muy poco margen de maniobra para conseguir estos equipos.
Este peligro ya lo advertíamos desde nuestra revista Formación de SEGURIDAD LABORAL cuando la enfermedad aun no había alcanzado a nuestro país.
En esta situación los fabricantes y distribuidores de EPI están actuando con mucha responsabilidad y haciendo un grandísimo esfuerzo. Mientras la mayoría del país está en casa, el sector está echando el resto en jornadas maratonianas. Bien doblando turnos y fabricando a todo lo que da de sí su capacidad productiva, bien buscando debajo de las piedras para localizar y poder traer productos. Y actuando con responsabilidad tratando de repartir entre diferentes colectivos y dando prioridad a los sectores que más lo necesitan.
De este esfuerzo se habla muy poco en los medios de comunicación generalistas.
Sin embargo, se hace una gran cobertura mediática de las iniciativas populares que surgen para fabricar “sucedáneos de equipos de protección”.
Con esto no quiero en ningún momento criticar estas iniciativas. Todo lo contrario. Es encomiable ese espíritu de colaboración y de tratar de echar una mano cada uno dentro de sus posibilidades.
Lo que quiero trasmitir es que todos seamos conscientes de que esos productos no son equipos de protección individual. El sector de los EPI está altamente profesionalizado con productos homologados que deben tener unas características concretas y someterse a una normativa muy estricta para garantizar la seguridad de los trabajadores que los utilizan.
Tampoco nos tienen que hacer perder el foco del problema tan grande de abastecimiento de equipos de protección reales. Por mas iniciativas que surjan, si no se ponen encima de la mesa auténticos EPI seguimos teniendo un grave problema. El desabastecimiento afecta seriamente la salud de los trabajadores, tanto de los héroes que se están enfrentando en primera línea a esta pandemia (sector sanitario, fuerzas y cuerpos de seguridad, sector de la limpieza, etc.), como de otros sectores que los necesitan para su actividad. No es extraño que el sector con mayor número de contagiados sea el sector sanitario.
Estas iniciativas, que en su mayor parte se centran en la fabricación de “mascarillas”, son útiles en la medida en que puede liberar demanda y, por tanto, productos reales para que se destinen a los profesionales que realmente lo necesitan.
También sirven como placebo. Aunque no lo necesiten, si una persona usa alguno de estos productos y se siente con ellos más seguro y por tanto baja su nivel de estrés y ansiedad, bienvenido sea.
Pero no olvidemos que cuando se trata de protegerse en una situación de riesgo real, son los verdaderos EPI, junto a la formación adecuada para usarlos correctamente, lo que se necesita.
Aprovechamos para recordaros que estamos publicando artículos sobre los diferentes tipos de mascarillas y otros equipos de protección y cuáles son aconsejables en diferentes situaciones.
A modo de recordatorio, volvemos a reproducir las recomendaciones de la OMS sobre el uso de las mascarillas quirúrgicas que es a lo que más se parecen las mascarillas caseras que están proliferando.
- El uso principal de las mascarillas quirúrgicas es el de ser colocadas en pacientes infectados o sospechosos de estar infectados.
- La recomendación de uso de mascarillas quirúrgicas que la OMS hace está orientada a personas que estén infectadas y para personas que entren en la misma sala que el enfermo. Para este último grupo de personas, el uso de mascarillas quirúrgicas puede ofrecer cierta protección siempre y cuando el portador de la mascarilla se mantenga a un metro aproximadamente de la persona enferma, cuando el enfermo lleve mascarilla quirúrgica (minimizando así la dispersión del virus) y siempre y cuando el paciente no esté siendo sometido a tratamientos médicos que puedan generar aerosoles de fluidos contaminados.
Las mascarillas tienen un uso limitado en cuanto a número de horas y mantenimiento.