Juan Carlos Duperier Guerra.
Juan Carlos Duperier Guerra Técnico en emergencias sanitarias Técnico en emergencias sanitarias
Raúl Duperier Blanco.
Raúl Duperier Blanco Técnico en emergencias sanitarias Técnico en emergencias sanitarias

Riesgos evitables más frecuentes de la emergencia extrahospitalaria

Emergencia extrahospitalaria.

Riesgos relacionados con el tráfico. La emergencia extrahospitalaria es indesligable de los vehículos, ya sean asistenciales (ambulancias, vehículos de intervención rápida VIR´s, y soportes vitales avanzados UVI´s), o no asistenciales (vehículos de transporte de enfermos crónicos).

Desde que nuestro vehículo empieza a moverse y se sumerge en el tráfico de ciudades o carreteras, estamos en riesgo de sufrir accidentes, más aún cuando vamos activados a una intervención. Debemos centrarnos en no ponernos en un riesgo innecesario: lo importante es llegar al lugar de la intervención. Si la ambulancia sufre un accidente, doblamos el problema y nos quedamos sin recurso.

Al llegar al lugar de la intervención debemos extremar la precaución al bajarnos de la ambulancia. Es imprescindible llevar siempre ropa que nos haga destacar del entorno, ya sean chalecos reglamentarios, o ropa con reflectantes. Hay muchas probabilidades de que cualquier vehículo pueda arrollarnos y esto pasa demasiado a menudo. No es necesario que el vehículo que puede atropellarte vaya muy rápido: un coche que pesa más de 3000 kilos a 30 ó 40 kilómetros/hora hace daño. Tampoco olvidaremos la debida señalización luminosa de la ambulancia para advertir al resto de los conductores de que hay una ambulancia parada y con personal sanitario trabajando. Si la ambulancia permite quitar la llave y mantenerla arrancada, lo ideal es dejar los rotativos puestos: se gana mucho en seguridad sin sacrificar las baterías.

La identificación con las víctimas o sus familiares y el querer ayudar más de lo que en realidad es posible pueden ir minándonos y haciéndonos cada vez

Ninguna recomendación o norma de seguridad es suficiente por sí misma. Los máximos responsables de nuestra seguridad somos nosotros. Así pues, no nos bajemos de los vehículos confiando en que los conductores nos verán y evitarán. Mucha gente conduce muy despistada y solo nos percibirá cuando ya nos haya arrollado. También tengamos compañerismo: estemos pendientes de los compañeros más “novatos”.

Riesgos relacionados con la ambulancia

Los ingenieros no fabrican ambulancias: fabrican vehículos industriales, o sea, furgonetas. Las organizaciones sanitarias compran estos vehículos y los transforman en ambulancias. Esto quiere decir:

1º. La bancada (la camilla) y el material de emergencias se instalan en lado izquierdo de la cabina asistencial, cambiando totalmente las distribuciones de pesos que los diseñadores del vehículo pensaron. Esto hace que el lado izquierdo pese más que el derecho, y en consecuencia, cuando un conductor gira hacia la derecha todo, incluido nosotros, tenderá a irse hacia su lado, el izquierdo. No dejemos carpetas en el salpicadero, que es donde las deja todo el mundo. Una simple carpeta de informes sanitarios que se ha dejado en el salpicadero, puede venirse hacia el conductor en un giro, trabarse con el volante y provocar un accidente. Esto ya ha sucedido hasta donde yo sé al menos en una ocasión.

Emergencia extrahospitalaria.

Tampoco debemos dejar en el salpicadero otros objetos, como guías de calles, ropa de abrigo que nos molesta o cualquier otra cosa: el reflejo que producen en el parabrisas resta visibilidad al conductor y esto obviamente no es bueno.

2º. Recordemos que las empresas que convierten los vehículos en ambulancias (“carrozado del vehículo”, en el argot) añaden los rotativos (las luces) y retrovisores que hacen que la altura y anchura real del vehículo sea superior a la que figura en su cartilla técnica. Conductores con poca experiencia pueden pensar que el vehículo puede pasar por un túnel o entrar en un parking cuya altura es de, por ejemplo, 2,80 metros, cuando en realidad con los rotativos ya supera sobradamente esa altura y ya tenemos el golpe y el susto garantizados.

El jefe de servicio debe sentarse en la ventanilla del lado contrario al conductor y tener una actitud activa en el desplazamiento hacia el lugar de la intervención, ayudándole en la conducción, indicándole si por el lado derecho vienen vehículos a gran velocidad o hay algún obstáculo como andamios en calles estrechas que puedan ser golpeados por el retrovisor. El conductor tiene muy poca visibilidad por el lado derecho y habitualmente es en ese lado donde la ambulancia acumula todos los golpes.

A la hora de bajar la camilla de la unidad para atender al herido debemos hacerlo tal y como marcan las pautas facilitadas por la empresa y por el personal de riesgos laborales

Hace años, el jefe de servicio tenía claro que, una vez recibido el aviso, debía coger el callejero y guiar al conductor: llegar al destino era y en realidad sigue siendo responsabilidad del jefe de servicio, no del conductor: éste bastante tiene con conducir en emergencia zigzagueando y atravesando cruces con los semáforos en rojo con la máxima precaución posible. Desde que hay navegadores observo que esta costumbre se está perdiendo. Ganaremos mucho en seguridad y evitaremos accidentes si seguimos haciéndolo como antes: dos personas perciben mejor las situaciones de riesgo que una.

3º. A la hora de bajar la camilla de la unidad para atender al herido debemos bajar tal y como marcan las pautas facilitadas por la empresa y por el personal de riesgos laborales ya que una mala manipulación de la misma puede conllevar con el tiempo lesiones importantes de espalda. La camilla se sujeta para bajar y se empuja para subirla poniéndonos de lado con la cadera, no con los brazos. Si el resto de los compañeros, además de mirar te ayudan, facilitarán mucho la tarea y harán más llevadero el esfuerzo. En lugares con tráfico, mientras se sube la camilla, un compañero debe quedarse a unos metros de forma preventiva indicando al tráfico que se desvíe.

4º. Tengamos también claro que son vehículos muy altos: golpearse las espinillas, o sufrir un esguince, o incluso caerse no es improbable.

Riesgos relacionados con el traslado

Cuando trasladamos a la persona al hospital, en principio, al menos un técnico debe ir en la cabina asistencial. Si además el conductor autoriza que venga un familiar, éste siempre irá delante, en el lado de la ventanilla y con el cinturón puesto. De ir atrás pueden ponerse nerviosos y complicarnos la intervención.

Todo lo que hace el conductor delante, repercute mucho atrás: los conductores evitarán giros bruscos, frenazos y acelerones. Pero lo más importante es que quien va detrás se siente correctamente, se ponga el cinturón y que evite moverse por la cabina asistencial, pues una maniobra brusca puede proyectarnos contra las paredes.

Tranquilicemos al paciente hablándole amablemente: seguro que no se ha levantado ese día pensando que iba a acabar siendo trasladado en una ambulancia. Nosotros terminamos por estar muy habituados al vehículo, pero ellos no. En este sentido, además, un uso racional de las sirenas, cuando realmente hacen falta y no abusar de ellas, no sólo evitara un estrés innecesario en la persona trasladada, sino que nuestros tímpanos sufrirán menos; años de oír la sirena pueden llegar a provocarnos problemas de audición serios.

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