El número 154 de la revista está en gran medida dedicado a la prevención de riesgos laborales en la industria química. Para analizar en profundidad este tema, Formación de Seguridad Laboral organizó un nuevo encuentro junto con la Fundación Borredá, la revista Limpiezas y el apoyo del INSHT, que se celebró gracias al patrocinio de Univet y Previnsa.
Participaron en este desayuno: Teresa Sánchez, jefa de Unidad de Amianto del INSHT; Josefa Aguilar, jefa de Unidad de Evaluaciones Ambientales del INSHT; Laura Merino, coordinadora de PRL y Seguridad Industrial en FEIQUE; Pilar Espina, directora general de ADELMA; Guillermo Díaz, director de Asuntos Técnicos y Reglamentarios de ADELMA; Juan Víctor Ruiz, responsable de la Unidad de Salud Laboral Zona Centro de BASF; Ramón Ramió, HSE Country Manager en Bayer; Santiago Arnal Val, asesor técnico comercial de Denios; David González, director de Desarrollo de Negocio de Pons; Juan Luis Antolín, DIRCOM de Pons; Javier Matey, Area Manager España y Portugal de Univet; Cristina Fasca, Business Development Manager de Univet; y Pedro Arias, gerente de Previnsa.
Por parte de Editorial Borrmart, estuvieron presentes Antonio Borredá, director de las revistas Formación de Seguridad Laboral y Limpiezas, quien hizo las veces de moderador; Mariví Gómez, directora de Relaciones Institucionales; Ancor Morales, responsable de audiovisuales; Leticia Duque, redactora jefa de Limpiezas; y Jaime Sáez de la Llave, redactor jefe de Formación de Seguridad Laboral.
Contando en la mesa con la participación del Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo, era inevitable dar la palabra en primer lugar a Teresa Sánchez y Josefa Aguilar, quienes explicaron que una de las líneas de actuación del INSHT es la dedicada a las sustancias peligrosas. Dentro del marco de la Campaña Europea de Trabajos Saludables para el año 2018 también se hará referencia a este asunto. Asimismo, resaltar que desde este organismo se coordina el grupo para el establecimiento de los valores límites para sustancias químicas, en referencia a la detección de enfermedades laborales derivadas del uso o contacto con productos o sustancias y mezclas químicas. Este trabajo resulta de gran interés y facilita la detección a exposiciones químicas en España. Por ello, los representantes de esta entidad pidieron encarecidamente la participación de las compañías españolas, compartiendo la información necesaria para que el trabajo del INSHT sea el más óptimo posible.
“Todos los años se establece una lista de sustancias que están a estudio durante dos años, salvo que por su peligrosidad la fijación del valor límite sea especialmente importante, por lo que el periodo se reduce”, detalló Josefa Aguilar.
En cambio la Federación Empresarial de la Industria Química Española (FEIQUE) recopila datos de siniestralidad. De hecho, recientemente han publicado un informe anual donde se muestran los índices del sector. “Tenemos unos buenos índices, creo que somos un sector muy concienciado. La Ley de Prevención es del año 1995: mucho antes nosotros ya trabajábamos en eso”, comentó Laura Merino.
La industria química española es un sector muy mentalizado respecto a prevención de riesgos y enfermedades laborales, así como en evitar accidentes. En el informe desarrollado por FEIQUE se pueden apreciar las causas de la accidentalidad: las sustancias químicas suponen el 3% del total de accidentes del sector, “es poco, suelen producirse más por caídas, esguinces, etc.” (el estudio no recoge cifras de enfermedades). Merino insistió en que el grupo de estudio de valores límite del INSHT es “importantísimo” ya que permite difundir las sustancias que se están estudiando, echando en falta los datos que las empresas puedan aportar, ya que resultan decisivos.
Por su parte, ADELMA resaltó los asuntos que preocupan relacionados con la exposición y los informes de seguridad química que tienen que redactar las empresas para poder contemplar estos usos, desde la fabricación hasta la utilización final de los mismos. Los niveles de exposición y los informes de seguridad química están marcados en el artículo 14 del Reglamento REACH. “Desde nuestro punto de vista como fabricantes de productos, como formuladores o usuarios intermedios, creemos que tiene una importancia vital porque hay que hacer una valoración desde el principio hasta al final del uso”, insistió Guillermo Díaz.
Estos informes cubren la valoración del peligro donde se tiene en cuenta, en una primera etapa, la salud humana y el medio ambiente, el peligro físico-químico intrínseco de las sustancias, así como una valoración de las sustancias “paredes” que son las persistentes, bioacumulables y tóxicas. Además, existe una segunda etapa de evaluación sobre la exposición, que es un cálculo cuantitativo y cualitativo sobre cómo afectan estas sustancias en función de esas dosis y concentraciones. Finalmente, en una tercera etapa, se procede a una caracterización del riesgo, que es una comparación de la exposición de cada segmento de la población valorando la probabilidad de la posible gravedad de estos accidentes o sus consecuencias físico-químicas.
“Una vez hecho el informe, entramos en el escenario de exposición y es cuando una sustancia se considera peligrosa respecto al Reglamento CLP. En este caso dicho escenario lo realiza el fabricante de la sustancia química, contemplando los posibles usos del resto de agentes de la cadena. Lo recibe el usuario intermedio que fabricará el producto final: éste tiene que ver si los usos están contemplados en los agentes posteriores. Si no estuvieran, tiene que reclamárselos a los proveedores de las sustancias o él mismo puede realizar una valoración de la seguridad química con el mismo fin: que esté contemplado el uso de los agentes finales (trabajadores o aplicadores del producto)”, explicó Díaz.
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