Dentro del ámbito sanitario existen unos profesionales cuyas funciones, específicamente, incluyen un trabajo de manipulación de pacientes; estos son los/as técnicos de cuidados auxiliares de enfermería (TCAE) y los/as celadores.
En un centro hospitalario nos podemos encontrar con diversas tareas que conllevan el manejo manual de cargas, como pueden ser: manipulación de mobiliario, aparataje, trabajos de almacén, etc.; sin embargo, es la movilización manual de pacientes (levantar/trasladar/mantener en posición/cambios posturales, etc.) una de las tareas que está originando mayor número de trastornos músculo-esqueléticos entre los profesionales indicados.
Según la OMS (Organización Mundial de la Salud) estos trastornos músculo-esqueléticos abarcan una amplitud de lesiones que afectan al aparato locomotor; es decir, pueden afectar a músculos, tendones, huesos, cartílagos, ligamentos o nervios. Estas lesiones pueden ser leves y pasajeras o lesiones irreversibles e incapacitantes.
Siendo esta una de las dolencias que más está afectando a los profesionales que se dedican al cuidado de otras personas, tenemos que orientar nuestros esfuerzos hacia el cuidado de esos cuidadores.
Dentro de la actividad de movilización manual de pacientes hay varios factores que determinan que sea una actividad peligrosa y que, por tanto, aumente el riesgo de producirse un daño en la salud del trabajador que desarrolla dicha actividad. Estos factores de riesgo son:
1. Riesgos relacionados con la tarea:
- Fuerza: cantidad de esfuerzo físico necesario para realizar la tarea: levantar, empujar, mantener en posición, etc.
- Repetición: frecuencia de realización del mismo movimiento o serie de movimientos durante la jornada de trabajo.
- Posición forzada: adopción de posiciones estresantes para el cuerpo, como inclinarse sobre la cama durante la movilización, arrodillarse o girar el tronco.
2. Riesgos relacionados con el paciente:
El paciente no puede levantarse como si fuera una carga convencional, de modo que no siempre se pueden aplicar las “normas” generales de manipulación de cargas.
- Los pacientes no tienen asideros; su sujeción y sustentación dependerá de diferentes aspectos (patología, lugar de manipulación, estado orientado/desorientado, etc.).
- Reacción imprevista del paciente. El paciente puede ejercer una fuerza contraria al sentido del movimiento que está ejerciendo el cuidador sobre él, debido al temor a caerse; reacciones bruscas y violentas que implican que el cuidador además de movilizar tenga que ejercitar fuerza de contención, etc.
- Muchos pacientes son voluminosos y/o poco/nada colaboradores, lo que dificulta la movilización.
3. Riesgos relacionados con el medio/espacio donde se realiza la movilización:
- Actuación de emergencia sobre el paciente; por tanto, la movilización se ha de realizar bajo presión y con premura.
- Espacio limitado para hacer la colocación/sujeción/movilización del paciente; colocación en mesa de intervención quirúrgica, en camilla específica de exploración, etc.
Para conseguir una disminución de las lesiones del cuidador debemos implantar las técnicas de movilización de pacientes. Sin embargo, escoger la técnica más correcta exige una evaluación de las necesidades y capacidades de cada paciente, teniendo en cuenta los siguientes aspectos:
- Grado de asistencia que necesita. Si el paciente no coopera (anciano encamado, en cuidados de UCI, con alguna lesión medular, que ofrece resistencia a la movilización, etc.) necesitamos un medio de elevación mecánica. Cuando el paciente tiene capacidad y voluntad para soportar su propio peso, se le puede trasladar en una silla de ruedas o pedirle su colaboración para la deambulación y movilización.
- Tamaño y peso del paciente.
- Patología o proceso asistencial al que se va a someter o está sometido el paciente. Por ejemplo: heridas abdominales, tracciones por fracturas, presencia de catéteres, movilización postquirúrgica, etc.
Desde las unidades de prevención de riesgos labores debemos hacer especial hincapié en la formación de los profesionales para que, en la medida de lo posible, minimicen el esfuerzo que tienen que ejercer durante la movilización de pacientes. Esta formación funciona muy bien cuando se imparte en colaboración con los servicios de fisioterapia, pues le hacen comprender al trabajador como el impacto del esfuerzo físico que está realizando durante una movilización manual de pacientes varía, dependiendo, de la posición adoptada y la técnica empleada.
Para conseguir una disminución de las lesiones del cuidador debemos implantar las técnicas de movilización de pacientes
Así mismo, se refuerzan tres pilares relevantes a nivel de prevención de la lesión músculo-esquelética, que son:
1. Autocuidado del profesional:
- Ejercicio físico regular. El trabajador debe mantenerse activo realizando ejercicio físico de forma regular. Ejercicios que, sobre todo, fortalezcan la musculatura de cuello, espalda y miembros superiores.
- Dieta equilibrada. Recordar la importancia de mantener una dieta equilibrada que, además de ayudar a mantener un peso saludable, evita tensión en la espalda derivado del propio peso corporal.
- Uso de ortesis (faja de sujeción). Su uso está limitado a la actividad de manipulación manual de cargas.
2. Ayudas técnicas.
Es muy importante fomentar el uso de las ayudas técnicas disponibles; tales como: sábana deslizante, tránsfer, grúa, disco giratorio, etc. Para ello, debemos acabar con “la falsa creencia” de que se tarda más tiempo haciendo la tarea con una grúa de movilización de pacientes, por ejemplo, que haciéndola sin grúa.
Esto se consigue mostrando al trabajador los beneficios/consecuencias que suponen para su salud su uso/no uso.
3. Equipos de profesionales.
Establecer los equipos de trabajo según el tipo de paciente/movilización a realizar. Aquellos pacientes autónomos/semiautónomos pueden ser movilizados por un solo profesional; sin embargo, las movilizaciones más complejas deben ser realizadas, como mínimo, por dos profesionales.
La formación práctica a los trabajadores debe mantenerse de forma continua pues, aunque algunas de las ayudas técnicas están implantadas desde hace años, no se debe dar por supuesto que cualquier trabajador que se incorpora a la plantilla ya conoce su manejo.
El no uso de las ayudas técnicas y/o su uso incorrecto, debido al desconocimiento de su funcionamiento, son dos de las carencias que con mayor frecuencia observamos las unidades de prevención de riesgos laborales cuando hacemos investigación de accidentes de trabajo de tipo músculo-esquelético.
Con la aplicación de estos tres pilares se consigue una mejor prevención de lesiones en el profesional que se ocupa de la movilización manual de pacientes. Se obtiene un mejor rendimiento de los trabajadores en su puesto de trabajo y, por tanto, una disminución del absentismo laboral. Al mismo tiempo, también supone una mejora en la calidad asistencial que se ofrece al paciente/usuario.
Si el profesional está sano, va a desempeñar su tarea de forma más satisfactoria.
Todo ello se traduce en una disminución del gasto económico para el centro sanitario y, por extensión, para la sociedad en general.