Cinco de la madrugada en el cuartel. En las habitaciones y en toda la estructura comienzan a sonar alarmas que indican al bombero que debe despertar rápidamente porque se le necesita. Se dispara la adrenalina en los cuerpos, cada uno se levanta de sus camas, rápidamente se coloca el grueso y pesado uniforme, corriendo hacia la sala de máquinas y se sube al carro. Por los parlantes de la radio, la operadora informa que se dirigen a un accidente de bus en carretera con múltiples víctimas. El sueño se ha disipado y se dan las instrucciones. Inmediatamente todos saben qué hacer, imaginando lo que van a tener que presenciar, el humor cambia conforme se acercan al lugar. Acción.
La labor del bombero, como la de cualquier persona que ejerce el rol de primer respondedor ante alguna situación de emergencia, implica un sinnúmero de responsabilidades y una carga de trabajo a la que atender en un plazo inmediato, y en tiempos no definidos con antelación y sumado a un alto factor de incertidumbre, puesto que cada evento es diferente al anterior por distintas variables (lugar, hora, escenario, cantidad de involucrados, tipo de emergencia, recursos, disponibles, entre otros). Si a este tipo de eventos repentinos, que requieren de inmediata atención y tratamiento, sumamos la probabilidad de riesgo de vida (o la alteración de esta) de otro ser humano o animal, estamos ante una situación idónea para que ocurran todo tipo de situaciones posibles, y que deben ser atendidas con el fin de salvaguardar vidas y bienes de la manera más expedita. Esto revierte un alto estrés sobre un interviniente, ya que no solo debe responder a lo que la sociedad le demanda en su rol, sino que también a lo que su propia motivación y expectativas para estar ayudando le generan.
Una herramienta que ha tomado valor en los últimos años en el campo de la salud mental en emergencias son los Primeros Auxilios Psicológicos (PAP)
Pero el bombero sabe que el estrés es parte de su trabajo y se entrena para responder e intervenir adecuadamente ante múltiples situaciones: accidentes de tránsito (rescate vehicular), terremotos y desplomes de edificios (rescate urbano), incidentes con materiales peligrosos, rescate en desniveles, incendios, inundaciones, etcétera. Para ello, se capacita, especializa y entrena una incontable cantidad de horas, perfeccionando habilidades y conocimientos con la finalidad última de servir mejor siempre, bajo condiciones adversas. En ocasiones, ni el mejor de los entrenamientos o simulaciones puede ayudar al interviniente a enfrentar algunas de las situaciones a las que le puede tocar atender en su labor, superando a veces los mecanismos de afrontamiento que haya adquirido durante su formación.
Experimentar la amenaza real o potencial de muerte o de resultar con un grave daño a la integridad física personal, ser testigo de un suceso con consecuencias fatales, observar una situación de posible daño o amenaza a la integridad física de otra persona (especial mención cuando se trata de un compañero o alguien cercano u familiar), enterarse de una muerte no esperada o violenta, o recibir un daño serio a la salud, son algunas de las experiencias subjetivas más traumáticas a las cuales se puede ver enfrentado todo respondedor, ya que en esos terribles momentos nuestras capacidades para entender del todo la situación y aprender de ella o elaborar una respuesta plenamente consciente se ven altamente afectadas, generando ansiedad y estrés, en conjunto a otras emociones que podemos experimentar en tales momentos que nublan el juicio normal o tiñen la experiencia. Si bien muchas de las respuestas al estrés son esperables en estos eventos, y nuestro cuerpo está preparado para enfrentarlo, el problema radica cuando sostenidamente nos exponemos a sentirlo, generando en algunos casos alteraciones en la salud mental y física de quien se ha visto envuelto en este tipo de labores.
El riesgo para la mente del interviniente
El desarrollo de distintas enfermedades producto del estrés es algo a lo que el bombero puede exponerse y desarrollar si no se atienden o tratan las distintas emociones que este experimenta producto de su trabajo a corto, mediano y largo plazo. El rol social que se impone en su labor implica a veces una pesada carga, tanto física como mentalmente. La cantidad de conocimientos que naturalmente se atribuye a ellos en el lugar de una emergencia, demandando acción rápida y eficiente, olvidando muchas veces que un escenario de crisis puede ser bastante violento, aún para quien tiene el mejor entrenamiento.
El bombero sabe que el estrés es parte de su trabajo y se entrena para responder e intervenir adecuadamente ante múltiples situaciones
Depresión, trastorno por estrés postraumático, trastornos de ansiedad o abuso de sustancias, son algunas de las enfermedades que se reportan con mayor frecuencia en este tipo de población y su mayor consecuencia es el suicidio (Gist, Taylor, & Raak, 2011). Es importante considerar que cualquier bombero o interviniente en emergencias puede y presentará en algún momento de su carrera sintomatología a causa del estrés y trauma, ya sea por turnos demasiado ajetreados o por una emergencia compleja, o la suma de situaciones vividas en su carrera, o factores de su vida privada (quiebres matrimoniales, duelos, problemas económicos, violencia intrafamiliar, entre otras dificultades).
¡Sigue Leyendo!
Aquí te hemos mostrado tan sólo una parte de este contenido.
¿Quieres leer el contenido completo?