El presente artículo se divide en dos partes: en la primera (publicada en el anterior número) hicimos una introducción en la que conocimos la historia y misión de la Campaña Antártica del Ejército de Tierra, continuando con la implantación preventiva en la Base Antártica Española, la designación del oficial de PRL y el proceso llevado a cabo hasta la primera fase. En esta segunda parte desarrollaremos la segunda y tercera fase, exponiendo finalmente las conclusiones.
En esta parte continuamos con el proceso de implantación preventiva.
Fase segunda
La gran distancia que nos separan de territorio nacional, y que la hacen ser la base más alejada de España, no fue impedimento para el despliegue del oficial PRL designado en la Base Antártica Española “Gabriel de Castilla” durante el pasado mes de febrero.
Llegar a la base en las fechas previstas no es tarea fácil: para ello se tiene que emprender, con antelación, un largo viaje de casi 15.000 kms. En el último vuelo es donde empezamos a tener conciencia de la prudencia en la Antártida, en el momento que se despega de Punta Arenas y nos adentramos cada vez más en las frías latitudes antárticas, todo puede variar en pocos minutos. El aterrizaje en la Isla Rey Jorge es complicado, una pequeña pista sin asfaltar helada, fuerte vientos cambiantes y la niebla impide toda visibilidad directa, factores determinantes para que se anule el vuelo.
Una vez en la Antártida, nos espera el Buque de Investigación Oceanográfica (BIO) Hespérides2, para zarpar rumbo a la Isla Decepción. Diez horas de navegación por el Estrecho de Bransfield hasta avistar los Fuelles de Neptuno, bocana de entrada al Mar de Foster que se encuentra en el interior de la Isla Decepción. Son las 2:30 de la madrugada del día 14 de febrero de 2020: por fin hemos llegado a nuestro destino. Si hasta el momento hemos vivido una aventura descubriremos que, realmente, es ahora cuando empieza.
Con apenas descanso comienzan dos intensas semanas de frenética actividad para el oficial PRL en su afán de recabar toda la información posible. Se evaluaron todos los lugares de trabajo y elementos que conforman la base y que permiten la supervivencia en las condiciones antárticas. Los puestos de trabajo de la dotación fueron objeto de un exhaustivo estudio que permitió conocer las condiciones extremas a las están expuestos. Además, se realizaron evaluaciones específicas con aparatos de medición (luxómetros, sonómetros, calidad del aire, explosímetros) y se impartieron distintas acciones formativas dirigidas a la concienciación y sensibilización a todo el personal civil y militar presente en la base. Se revisó el plan de autoprotección, instrumento vital para la reacción adecuada en las situaciones de emergencias y en su caso de evacuación3.
Finalizada la estancia en la base, se inicia -con tristeza de abandonar estas latitudes- el viaje de retorno a territorio nacional esperando que las condiciones meteorológicas nos acompañen. Una vez arribados en la Isla Rey Jorge, con fuerte temporal, nos espera un avión militar uruguayo, que nos trasladará hasta Punta Arenas, para días más tarde regresar a territorio nacional.
Fase tercera
A primeros de marzo, recién llegados, comienza la tercera y última fase: analizar todos los datos extraídos y convertirlos en medidas preventivas que sirvan para aumentar la seguridad y salud de los componentes, de esta Campaña Antártica y de las venideras.
El análisis de los datos obtenidos se realiza bajo dos criterios: el de la normativa nacional que los regula y el del lugar geográfico donde se realizan las actividades. Con respecto al primero no se detectan evidencias preventivas diferentes a las encontradas en una base militar española en territorio nacional. Sin embargo, con respecto al segundo, se abre un entorno laboral distinto al convencional.
Las características particulares de la Isla Decepción la convierten en un lugar extraño y singular. Esta isla en forma de herradura, no es más que la cima de un cráter volcánico. Volcán en actividad latente, todas las actividades que se realizan en la zona deben planificarse y ejecutarse teniendo en cuenta el gran riesgo para la vida humana que representa la amenaza de erupciones volcánicas y movimientos sísmicos.
No obstante, esta actividad tiene su beneficio: la isla crea en su interior un microclima, característica innata que le hace suavizar la temperatura debido al calor geotérmico que asciende hasta la superficie a través, de grietas y fumarolas. Su temperatura media anual es de 3 °C, aunque pueden oscilar entre +11°C y -28°C, atractivo singular para que nos encontremos profusas especies de animales y vegetales. Su orografía circundante apantalla los vientos que azotan en esas latitudes, aunque no los aplacan totalmente.
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