En muchas ocasiones los componentes de un servicio de emergencias médicas (SEM) deben acceder a lugares con características que los hacen especialmente inseguros o peligros y en donde han de trabajar para atender o rescatar a personas que han sufrido alguna lesión o enfermedad que les imposibilitan la salida de dicho lugar sin una asistencia sanitaria previa.
Más allá de lo que las normas pueden considerar como actividades o procesos peligrosos o con riesgos especiales1 (Anexo 1), podemos entender como lugares inseguros o peligros para la actividad asistencial de un SEM a aquellos cuyas condiciones para acceder o salir de las instalaciones son de especial complejidad (por ejemplo un pozo de alcantarillado), existen riesgos de la propia actividad peligrosos (por ejemplo, una fábrica de explosivos) o que debido a un siniestro la ocupación o estancia en los mismos no es aconsejable (por ejemplo una estructura colapsada en una explosión).
Hablaremos de todas estas cuestiones a lo largo de varios artículos.
Procedimientos de trabajo: el ‘hilo de Ariadna’ de los SEM
Cuando una empresa acomete una actividad de esta índole debe realizar previa y obligatoriamente una planificación en la que se tengan en cuenta las condiciones del lugar y de la actividad, las medidas preventivas necesarias, el plan de emergencias si es preciso, y la ejecución de la misma por personal capacitado y autorizado. Si no está todo esto, sencillamente la tarea no se puede acometer y debe ser relegada hasta que se tenga todo el contenido anteriormente expuesto. Sin embargo, cuando el tiempo apremia y la vida de las personas peligra, los SEM deben intervenir sin poder esperar a todas estas formalidades, aunque lógicamente no se trata de hacerlo de cualquier manera, sino con las máximas garantías de seguridad ya que la actuación no se puede improvisar y ha de resolverse sin dilación2. La solución vendrá mediante el entrenamiento, el conocimiento de determinadas técnicas de actuación y la aplicación en los procedimientos de trabajo previamente establecidos, conocidos y practicados por sus componentes y en coordinación con otros servicios de emergencias en los que apoyarse. Cual “hilo de Ariadna”3, dichos procedimientos son la salvaguarda de estos intervinientes.
La realización de los procedimientos de trabajo de los SEM requiere de un laborioso estudio previo sobre toda la casuística posible, debiendo ser además lo suficientemente amplios y flexibles, aunque precisos, como para adaptarse rápidamente a aquellas situaciones no previstas o no alcanzadas por la imaginación hasta ese momento. ¿Quién iba a pensar, por ejemplo, en los retorcidos atentados terroristas del 11 de marzo en Madrid?
Espacios confinados4, túneles, subsuelo, rescates en altura, estructuras colapsadas, atrapados en vehículos o en derrumbes, amenazas terroristas, bombas trampa, tiradores activos o incidentes amok5, liberación de sustancias químicas peligrosas, agentes físicos ionizantes, etc.: son tantas las situaciones que pueden darse que hay que estudiar muy detenidamente cada una y hacer un importante trabajo de análisis y de síntesis para determinar cuántos aspectos de la asistencia son comunes y pueden establecerse las mismas pautas de prevención y protección, y cuáles son tan específicas que necesitan pautas de prevención y protección también específicas.
En la realización de estos procedimientos de trabajo se aunarán dos objetivos: uno, que la actividad se realice satisfactoriamente con la atención y rescate de las víctimas; y dos, que en todo momento también se preserve la seguridad y salud de los intervinientes.
Prevención y la seguridad para los SEM en lugares inseguros o peligros: espacios confinados
El acceso, la asistencia y, en su caso, la extracción de una víctima de un espacio confinado (subsuelo, depósitos de fluidos, túneles con estas características y huecos en general) requiere no sólo la coordinación entre los propios intervinientes del SEM, sino también como se indicó previamente, del resto de servicios de emergencia que puedan o deban intervenir.
Los riesgos y problemas para trabajar en un espacio confinado pueden ser: la dificultad para entrar o salir, la falta de espacio que obliga a la adopción de posturas forzadas, la realización de sobreesfuerzos, cambios importantes de temperatura, pisar sobre superficies resbaladizas o inestables, el contacto con fluidos y gases tóxicos, la presencia de atmósferas inflamables o demasiado ricas o empobrecidas de oxígeno.
Todos estos riesgos, y cualquier otro que podamos encontrarnos, serán tenidos en cuenta a la hora de confeccionar el procedimiento de trabajo a emplear.
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