El pie es una parte del cuerpo de vital importancia en el ámbito laboral, al igual que lo es en nuestra vida cotidiana. Desafiando las leyes de la física, los pies son una pequeña estructura encargada de mantener otra estructura mucho mayor, como es el resto del cuerpo, y precisamente esto no es un error evolutivo del ser humano sino más bien lo contrario, una adaptación que nos hace ser mucho más dinámicos, facilitándonos el movimiento.
En nuestros días el tiempo que se le dedica a la actividad laboral ocupa una parte importante de nuestra actividad diaria, que sumado a las condiciones particulares y de seguridad que se deben cumplir en determinados trabajos, hacen que aparezcan una serie de patologías en los pies que podríamos llamar de origen laboral, aunque no son exclusivas del ámbito de trabajo. Es decir, que no podemos asociar una patología en el pie a un trabajo concreto exclusivamente, como sí pasa, por ejemplo, con la silicosis que es una enfermedad exclusiva del ámbito de la minería. Por tanto, más que enfermedades en los pies de origen laboral, es más acertado hablar de patologías comunes causadas por condiciones particulares de cada actividad laboral.
Dado que el mundo laboral es muy amplio y variado, es evidente que hay sectores más predispuestos que otros a sufrir problemas en los pies: trabajadores en bipedestación prolongada o que andan muchos kilómetros a lo largo de la semana, operarios sometidos a temperaturas extremas, trabajadores que deben utilizar un calzado específico como pueden ser los calzados de seguridad o aquellos que utilizan el pie de manera constante para trabajos muy repetitivos, aún sin andar, son colectivos que tienen más predisposición a sufrir patología del pie.
Patologías dermatológicas
Las patologías dermatológicas son quizás unas de las más frecuentes en el mundo laboral, debido a las condiciones del calzado unido a las temperaturas extremas que se dan en determinados trabajos. Dentro de este grupo englobamos:
Hiperhidrosis: se trata de un aumento de la sudoración plantar por encima de las necesidades fisiológicas. La intensidad de la sudoración varía desde un grado mínimo hasta un grado invalidante para la vida laboral.
Xerosis: se conoce popularmente como sequedad cutánea. Aparece piel escamosa y áspera, grietas y fisuras, irritación, y si se cronifica produce picor y enrojecimiento de la zona. Entre los factores que predisponen a que aparezca esta sequedad están: la baja humedad en las condiciones ambientales, el contacto frecuente con el agua y el uso de jabones alcalinos y disolventes.
Onicopatías: deterioro de la lámina ungueal por la propia presión del calzado o dureza del mismo.
Onicomicosis: engloba de manera general todas las infestaciones de la uña producidas por hongos (se asocia a la existencia de calor y humedad en el pie durante periodos largos de tiempo y a la falta de transpiración de determinados calzados). Se manifiesta con cambios de la coloración de la uña, fragilidad e irregularidades en la superficie ungueal, provoca mal olor.
Dermatomicosis: son infestaciones de la piel y anejos cutáneos causados por hongos parasitarios. La tinea pedís o pie de atleta son otros nombres por los cuales se les conoce. La aparición de estas infestaciones vienen asociadas al aumento de la temperatura del pie por mala transpiración y calor, calzado inadecuado o una alteración de la hidratación cutánea por exceso de humedad o hiperhidrosis. Se observa maceración de la piel, formación de ampollas o vesículas, mal olor, picor más o menos intenso.
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