Estamos en un momento clave de la transición energética, proceso necesario e ineludible que, sin embargo, se enfrenta a múltiples obstáculos. El primero de ellos, sin duda, es un contexto donde han confluido múltiples crisis (pandemia del Covid-19, guerra de Ucrania, inflación generalizada, encarecimiento de materias primas, precios energéticos desbocados, desinformación y división entre la sociedad…), en el que cuesta convencer desde cada ámbito concreto lo necesarias que son ciertas batallas por separado.
Oposición de ciertos sectores
En nuestro país, la oposición de ciertos sectores de la sociedad al desarrollo de las renovables, una postura que ha llegado incluso hasta las pantallas de cine, centra el debate partiendo de un “así no” que no acaba de aterrizar en propuestas concretas. Desde AEMER, que trabajamos para que ese desarrollo renovable sea sostenible y las plantas funcionen en las mejores condiciones de seguridad, podemos aportar argumentos de cómo es el “así sí” y cómo queremos que siga evolucionando el sector en un aspecto clave como es la seguridad en la operación y mantenimiento como un elemento clave.
Para las empresas de operación y mantenimiento, y de gestión de activos en general, así como para las diversas asociaciones que agrupan a empresas de toda la cadena de valor, la prevención de riesgos laborales ha sido una preocupación esencial desde los inicios del desarrollo renovable en España en los años noventa. Hay que tener en cuenta que trabajamos a la intemperie, en condiciones ambientales adversas, en altura y tensión y en muchos casos, en espacios confinados. Por todo ello, hemos realizado un esfuerzo muy importante para garantizar la seguridad y salud de nuestros trabajadores dando la relevancia que merecen a la formación, las condiciones técnicas, herramientas adecuadas y cumplimiento estricto de la normativa.
Atención especial
Es obvio que, en el ámbito del mantenimiento de instalaciones renovables, principalmente plantas fotovoltaicas, térmicas de alta temperatura y parques eólicos, pero también en el proceso de fabricación y transporte, se requiere una atención especial por las condiciones particulares mencionadas, donde la precipitación e improvisación pueden tener consecuencias graves para los trabajadores. Entre los riesgos más destacados podemos citar el contacto eléctrico, manipular sustancias peligrosas, atrapamientos y aplastamientos, contacto con material cortante, punzante o duro; y también sobreesfuerzos y caídas que en el caso de los aerogeneradores o instalaciones en tejado resultan obvios.
Por eso desde el sector nos hemos ocupado y nos ocupamos hoy de analizar las experiencias internacionales, estudiar a fondo las normativas, desarrollar los procedimientos, implantar rigurosamente las técnicas preventivas y, siempre, con una atención especial a dotar a los trabajadores y trabajadoras del sector con la formación adecuada para aplicar las prácticas más avanzadas, además de actualizar las misma para adecuarla a los nuevos equipos y al envejecimiento de los equipos y el personal.
Envejecimiento de los trabajadores
Un tema sin lugar a dudas clave y ligado a la seguridad en el trabajo es precisamente el envejecimiento de trabajadores que empezaron con el arranque de las renovables, a primeros de los 90 con la eólica, y que después de 30 años de trabajo en condiciones exigentes en los aerogeneradores de pequeño tamaño, presentan algunas afecciones posturales que plantean el desafío de su reubicación en una edad madura. En AEMER hemos defendido la aplicación de un coeficiente reductor de su edad laboral, como en otras actividades menos exigidas, sin que hasta la fecha hayamos tenido éxito en nuestras propuestas.
Como sucede con cada apuesta novedosa, y las renovables lo eran y en cierta forma lo siguen siendo hoy, los procedimientos ligados a la seguridad se han ido desarrollando a la vez que se les ponía en práctica, arrancando con la experiencia en otros sectores como el industrial o la construcción para adaptarlo progresivamente a las especificidades del sector. De hecho, la complejidad de las actividades de mantenimiento y, por qué no reconocerlo, la visibilidad en caso de accidente al trabajar al aire libre, hacen prioritaria la seguridad de sus empleados, primero por responsabilidad empresarial pero también porque no puede permitirse que se hable más de siniestrabilidad que de los beneficios que proporciona, como lo es en el caso de las renovables generando energía sin emisiones, con creación de empleo local, desarrollo distribuido por todo el territorio y, por último, la independencia energética que hoy se manifiesta de una preeminencia estratégica.
Lucha contra el cambio climático
En los próximos años, si queremos ser eficaces en la lucha contra el cambio climático, debe llevarse a cabo un despliegue masivo de las renovables, lo que supondrá la creación de decenas de miles de puestos de trabajo en el sector, interviniendo tanto en la instalación de las nuevas plantas como en su operación y mantenimiento. Esa entrada de trabajadores en la que, dicho sea de paso, nos encontramos con un déficit de especialistas, plantea un reto de grandes dimensiones para que se sigan manteniendo los bajos índices de siniestralidad (nunca lo suficientemente bajos) que a día de hoy ostenta el sector pese a los riesgo mencionados.
La seguridad es por lo tanto clave en nuestra actividad cotidiana y la presión que sufrimos en los precios de contratación o la excesiva rotación de los contratos, con las consecuencias en la formación de los trabajadores, no debe hacernos perder de vista la importancia de las condiciones diarias de los trabajadores de campo, en un momento de excesiva “financiarización” del sector. Otro reto que desde AEMER queremos abordar adecuadamente y que trataremos junto al resto de los temas que afectan al sector del O&M renovable en nuestro país en la próxima edición de EXPOFIMER que se celebra en Zaragoza los días 8 y 9 de marzo.
