La protección y cuidado de la salud de los trabajadores constituye el objeto de la Medicina del Trabajo, especialidad no siempre bien conocida o reconocida, pero que cada vez con más frecuencia y contundencia se reivindica a sí misma y ante la sociedad mostrando el gran papel que desempeña en el ámbito personal y colectivo y en el entorno de los trabajadores y las empresas, colaborando de una manera decisiva a la sostenibilidad y competitividad de éstas.
La salud ocupacional en la industria química presenta algunas características propias que le confieren cierta personalidad.
En relación a la vigilancia de la salud, tal y como se concibe en la normativa de prevención de riesgos laborales y dirigida a la prevención y detección precoz de posibles efectos nocivos de los agentes y condiciones de trabajo a los que se encuentran expuestos los trabajadores, la peculiaridad reside precisamente en la exposición a las sustancias y productos químicos. El conocimiento de esta exposición por cada puesto de trabajo en cuanto a naturaleza, grado e intensidad, es la base para el diseño de adecuados protocolos de reconocimiento médico, cuyos contenidos no siempre son bien valorados por los trabajadores; es labor de los propios médicos y/o enfermeros del trabajo el procurar hacer entender a los empleados que un simple hemograma o un análisis sistemático de bioquímica de sangre, por ejemplo, no es “lo que se hace siempre como parte de un chequeo inespecífico”, sino que proporciona al médico valiosa información sobre el comportamiento de sus órganos y sistemas frente a los productos a los que se encuentra expuesto.
El objeto de los exámenes de salud es no sólo comprobar el estado del trabajador en un momento dado, sino también el obtener datos colectivos que pueden ponerse en relación con las evaluaciones de riesgo por puesto de trabajo y sugerir, en un momento dado, la necesidad de reevaluar o de profundizar en algún aspecto de dichas evaluaciones. En este sentido, la comunicación con los técnicos de prevención, con seguridad de producto y con la planta resulta esencial, como también lo es el aprovechar las ocasiones disponibles para preguntar a los propios trabajadores sobre aspectos diversos de sus condiciones y métodos de trabajo, y el inspeccionar periódicamente los lugares de trabajo, poniendo especial atención a los aspectos higiénicos, ergonómicos, sistemas colectivos de protección o uso de los equipos de protección individual. La formación de los trabajadores es habitualmente muy bien cuidada por las empresas químicas, pero los sanitarios de manera especial podemos utilizar el privilegio de entrevistar cara a cara y uno a uno a todos los trabajadores en distintos momentos del año y ofrecerles “píldoras” de información “ad hoc” en función de las pruebas y hallazgos de sus reconocimientos.
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