España se despide de las mascarillas mientras empresarios y trabajadores dudan qué hacer. En los lugares de trabajo se repite la pregunta: «¿Tú qué haces, te la quitas o te la pones?». El adiós a la mascarilla tal vez haya sido la medida más esperada. No en vano el confinamiento español se consideró el más estricto de Europa. Pero podría generar conflictos en empresas, pymes, grandes superficies y locales comerciales.
Tras dos largos años las mascarillas por fin desaparecen de los recintos interiores. Sin embargo, esta medida parece multiplicar la confusión de la pospandemia. El decreto del BOE del 20 de abril elimina el protector facial antivírico en espacios cerrados. Pero seguirá presente en transporte público, centros sanitarios, residencias y farmacias. Las personas con necesidades sanitarias específicas, como la inmunodeficiencia, lo conservan.
Las empresas podrán obligar a los empleados a llevar mascarilla
La resolución ya plantea dilemas en las empresas españolas. La ley respalda a los patronos para imponer el cubrebocas a sus empleados o no. De hecho podrían multar o incluso echar a quienes desobedezcan.
Pero ¿un empresario puede obligar a un ciudadano a cubrirse la cara? En oficinas bien ventiladas con una distancia factible de metro y medio entre trabajadores, la mascarilla no debería exigirse. Las dos excepciones serían el riesgo de contagio y el aval de un técnico en seguridad laboral.
Si un empleado no acepta la mascarilla en el trabajo, deberá trasladar la queja a un juez. Dejar de llevarla podría acarrear una sanción laboral o incluso un expediente disciplinario.
La anulación de la medida principal contra el coronavirus también afectaría al teletrabajo. La ‘caída de la mascarilla’ parece anunciar el final de las medidas sanitarias especiales. Por tanto, supondría también el final del trabajo a distancia. Pero en un espacio laboral sin garantía de seguridad anticovid, conservar el teletrabajo estaría legalmente justificado.
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