La lenta desintegración de la capa superior de cualquier superficie de hormigón –si ésta es débil– genera polvo.
¿Y qué me ocurre si tengo que demoler, cortar, romper, picar, perforar, triturar, pulir…o, sencillamente barrer ese suelo de hormigón?
Muy simple: salvo que esté muy bien protegido –literalmente– introduzco ese polvo en mis pulmones.
El polvo de hormigón contiene partículas muy pequeñas de sílice cristalina y, a medida que se acumula en mis pulmones, estos sufren daños irreparables y se hace más difícil respirar y puede aparecer con muchísimas probabilidades la terrible silicosis.
Tipos de silicosis
Crónica: normalmente se presenta después de 10 años de contacto con niveles bajos de sílice cristalina. Éste es el tipo más común de silicosis.
Acelerada: resulta del contacto con niveles más altos de sílice cristalina y se presenta 5 a 10 años después del contacto.
Aguda: puede presentarse después de solo semanas o meses de estar en contacto con niveles muy altos de sílice cristalina. La muerte ocurre a los pocos meses. Los pulmones se ahogan en su propio fluido.
Síntomas de silicosis: dificultad para respirar, tos fuerte, debilidad
Debido a que la habilidad del cuerpo de combatir infecciones puede ser debilitada por la sílice en los pulmones, es posible que aparezcan otras enfermedades (como la tuberculosis) que pueden causar:
- Fiebre.
- Pérdida de peso.
- Sudores nocturnos.
- Dolores en el pecho.
- Insuficiencia respiratoria.
Estos síntomas pueden empeorar con el tiempo y causar la muerte.
¿Cómo evitamos inhalar ese polvo cargado de sílice? Con un sistema de extracción directa en la propia herramienta que estoy utilizando.
Aspirar y filtrar: esa es la solución.
Y, por supuesto, que el operario siga trabajando con total comodidad. Por eso, en Barin disponemos de una gran cantidad de colectores a acoplar en cualquier herramienta del mercado para que el polvo sea aspirado antes de que lo respiremos y filtrado para que el aire vuelva al ambiente perfectamente respirable.
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